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El As español de Las Vegas

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Sus rivales tienen apodos como Rocky, Devilfish y Miami John y se asombran cuando Juan Carlos Mortensen pasa dí­as enteros en Barcelona sin firmar ningún autógrafo, sin que nadie le pare por la calle, sin que ni siquiera el propio casino de Barcelona le haya promocionado como el mejor jugador español de la historia, el hombre que alcanzó la fama y la gloria una noche de mayo de 2001 (Foto). Este desconocido jugador, considerado un imberbe por sus ilustres adversarios, ganó en el casino Bellagio de Las Vegas (Nevada, Estados Unidos) el campeonato del mundo de Póquer. El premio, 15 millones de dólares.

«Cuando viajo en avión por Estados Unidos, la gente me conoce. Cuando disputo un torneo en un crucero, no paro de firmar autógrafos en gorras. Todo es porque el Póquer ha alcanzado ahí­ una nueva dimensión, con horas y horas en televisión», dice este madrileño de 32 años, con raí­ces danesas y ecuatorianas, y desde hace seis años jugador profesional, con residencia en Las Vegas.

Estos dí­as se disputa en el casino de Barcelona, en los bajos del Hotel Arts, el World Heads Up, un Campeonato del Mundo que es la única ocasión en el año en que los jugadores no juegan contra ocho contrincantes en la mesa, sino que van superando rondas en duelos de uno contra uno. Tras cinco dí­as de eliminaciones agotadoras de más de 200 jugadores, esta tarde se disputarán las semifinales y por la noche la gran final. Al premio de 100.000 euros (casi 17 millones de pesetas) opta, además del propio Mortensen, otro sorprendente español, Ángel Blanco Puras.

Juan Carlos Mortensen, que con su gran dominio del farol un atrevimiento con miles de dólares en juego, ha ido devorando a grandes ases del Póquer, lleva un pantalón tejano, una camiseta y una gorra blanca. Pero un anillo de diamantes delata que su decisión de dejar de ser camarero en Madrid y buscar la aventura en los tapetes verdes de Estados Unidos no le ha ido nada mal.

Cuando se le pregunta por la jugada final que le llevó a la gloria en Las Vegas, una escalera completa, Mortensen prefiere recordar una mano anterior, la que fue el principio del triunfo, un farol gigantesco- un ocho y una reina- en el que una de las estrellas, Mike Matusow, se dejó la fiolera de 560.000 dólares y perdió los papeles. «No me conocí­an, pero desde aquel momento nadie se metí­a ya conmigo», sonrí­e elespañol.

Fuente: El Periódico