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Qué fue de: Dan Colman

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El circuito de poker en vivo ha creado muchas leyendas desde que el WPT naciera en 2002 y Pokerstars mandara a Chris Moneymaker a ganar el Main Event de las WSOP desde un satélite de 82$. La amalgama de personalides, hazañas y veleidades de este peculiar mundillo generan í­dolos y los trituran a la misma velocidad.

Tiene ciertos parecidos con el mundo de la farándula. Hay momentos en que en la cartelera parece que solo se estrenan pelí­culas de un actor, el favorito de la taquilla, y luego, sin solución de continuidad, las estrellas de antaño son apartadas de manera inmisericorde y sustituidas en el escaparate por modelos más modernos, más brillantes, otras modas igual de pasajeras.

En los torneos en vivo hay tres cortos periodos históricos que todo buen aficionado recuerda. Son acontecimientos como la explosión de una supernova, no el flash de una foto. Sucesos que hicieron temblar los cimientos de los rankings y cambiaron para siempre las jerarquí­as.

Justin Bonomo y Fedor Holz son los culpables de dos de ellos. Bonomo es producto de la generación de los Super High Rollers. En el plazo de 18 meses ganó cinco torneos con premios superiores a los 3.000.000$, incluido el de 10.000.000$ del Big One for One Drop de 2018. Descabalgó a Negreanu del trono histórico de los torneos en vivo, pero su llama acabó engullida por otro jugador que siguió su misma fórmula para el éxito, Bryn Kenney.

Fedor Holz extendió su dominio algo más en el tiempo, de finales de 2015 a 2018. En esos años, contando temporada a temporada, obtuvo premios por valor de 3,5M$, 16M$, 6M$ y 6M$. La entrega del testigo a Bonomo quedó inmortalizada en la foto del heads-up de aquel Big One for One Drop, donde disputaron el heads-up.

Ambos siguen jugando, aunque Holz nos ha arrancado varias risitas irónicas cuando nos intenta convencer, a nosotros o a sí­ mismo, de que lleva semi-retirado al menos un lustro. Pues se tira más horas en el lobby que muchos de los llamados regs.

El tercer Wí¼nderkind del circuito, el pionero, el original, es Dan Colman.

El estadounidense concentró 22M$ de los 28$ que ganó en torneos en vivo en una sola temporada, la de 2014. Su ascenso al estrellato fue mucho más asombroso que el de sus sucesores, por novedoso e inesperado, y también más fugaz.

Colman era un especialista en sits HU, apadrinado por Olivier Busquet. El alumno superó al maestro, y en 2013 se coronó como el absoluto dominador del lobby. En un anticipo de lo que le iba a ocurrir un año más tarde con el poker en vivo, el coste y las exigencias de vivir un peldaño por encima del mundo le situaron en velocidad de fuga. El escape que encontró en aquella ocasión fue una maleta.

Su banca lo permití­a, y se presentó en sociedad jugando por el podio en el SHR de 100K de la Gran Final del EPT. Todaví­a nadie lo podí­a ni sospechar, pero en los planes de Colman estaba desde un principio lograr financiación para jugar solo unos meses más tarde el torneo de millón de dólares de las WSOP, el Big One for One Drop que se convirtió en el factor común que une las carreras de las tres biografí­as expuestas en estos párrafos.

Colman ganó un premio de 15.306.668$, imponiéndose a Daniel Negreanu, Tobias Reinkemeir o Scott Seiver en la mesa con el ICM más agobiante de la historia del poker.

Ya habí­a dado una buena pista al negarse a atender a la parensa durante el torneo, pero ese mismo dí­a se ganó una universal y merecida fama de extravagante al poner infinitas pegas para posar con las montañas de billetes falsos que simulaban su premio. Tuvo a los fotógrafos esperando un buen rato, y a la organización de los nervios. Acabó cediendo, retratado con cara de hastí­o para cumplir el expediente, pero ya estaba puesta la semilla para el mutis más recordado del circuito.

Dan demostró que Montecarlo y Las Vegas no habí­an sido casualidades y siguió sumando premios millonarios o cercanos al millón en Barcelona, Florida y Londres. También momentos de rebeldí­a, como cuando se presentó de la mano de su mentor Olivier Busquet en una mesa final retransmitida en directo por Pokerstars con unas camisetas con mensajes a favor de Palestina en su conflicto con Israel.

De pronto, Colman salió a los medios a decir que todos estos premios y estos pulsos a los organizadores no merecí­an más esfuerzo y dio por terminada su carrera en el poker. Finito. Quit, lo dejo en lo alto. Como Holz, solo que Colman lo decí­a bastante más en serio. «Bahamas, los Aussie Millions. Luego el One Drop y el Main Event en las WSOP. Y luego se acabó, no me merecen«, ese era su plan para 2015, al menos el que le confesó a Doug Polk en un chat online.

Fue un adiós más paulatino que el que prometió. En 2016, Colman aún se presentó a jugar en algún que otro casino, eventos puntuales, cada vez más espaciados. En 2017 casi parecí­a arrepentido, y su agenda se apretó bastante. Pero, de 2018 hasta hoy ya no se le ha vuelto a sacar una foto en un torneo, ni tampoco se volvió a ver su nick.

El canal de Youtube de Poker Go invitó recientemente a Colman a comentar una reposición de su más sonado triunfo, y el campeón accedió.

Respondiendo las preguntas de Remko Rinkema, Colman confirmó que lleva dos años sin jugar una sola mano de poker, ni siquiera en la intimidad. Ahora se dedica «a disfrutar de la vida», en su estado natal de Massachussetts.

«En 2017 jugué algún High Roller y me vi contra todos estos chavales que jugaban con toda la confianza. A mí­ antes me gustaba y me divertí­a el poker porque yo era bueno, y me sentí­a bien. Pero en aquel momento yo ya sabí­a que esta gente era mejor que yo. Yo ya no tení­a ni las ganas ni el interés en ponerme a trabajar en mejorar, aprender a usar solvers y todo eso.

A mí­ me gustaba intentar ser más listo que el rival, hacer movimientos brillantes y superar al contrario. Pero a esta gente la computadora les decí­a lo que tení­an que hacer y me pasaban por encima«.

Reconocerlo le honra, igual que el hecho de haberse retirado bajo sus propias condiciones, y no porque lo dictara su banca o su capacidad.

El poker le superó en su dí­a, y poco a poco le está enterrando en la lista de premios, donde ya es el 13º, a merced de que Mikita Badziakouski gane medio kilito más y le haga retroceder otro escalón. Pero el recuerdo de su extraordinaria racha será más dí­ficil de enterrar.