La aprobación en el Senado francés de la enmienda que permite a los operadores de aquel país compartir tráfico con otros operadores europeos licenciados bajo regulaciones igual de estrictas que la suya ha reavivado el runrún sobre la liquidez compartida entre España, Francia e Italia.
En los medios especializados del país trasalpino es un clamor, pues los operadores de aquellos lares sufren de los mismos males que en España: bajada de la recaudación en todas las modalidades de poker online, pérdida de tráfico, goteo insuficiente de nuevos usuarios…
Según ItaliaPokerWeb, Los primeros datos de 2016 muestran un declive constante de los ingresos en mesas de cash, un 20% respecto a los números de 2015, en línea con el desplome del 25% anual que arrojan las cifras del año pasado. El poker de torneos se mantiene algo más, pero no puede evitar una caída cercana al 5%.
En Francia, el juego en general ha bajado cerca de un 7% y les llama mucho la atención la gran subida que ha registrado la recaudación del juego online en España, que para nuestra desgracia no se traslada al poker.
Nuestros vecinos mediterráneos se aferran las palabras del director de la Dirección General de Ordenación del Juego Carlos Hernández Rivera sobre el interés de nuestro regulador en explorar la liquidez compartida. La AAMS, su contraparte italiana, ha hecho público un informe que pide la liquidez compartida, aunque expone una buena retahíla de impedimentos técnicos a superar para llevarla a cabo.
Nosotros sabemos que aquí es una utopía intentar mover ficha a nivel político con las segundas elecciones generales en plena campaña, y además las palabras del señor Hernández suenan a vacío cuando cada vez que se le pide poner en práctica lo que sale de su boca escurre el bulto señalando hacia arriba, al Ministerio de Hacienda.
Esperamos que nuestros colegas italianos sigan mucho tiempo con el ánimo por todo lo alto y dedicados a mover el tema un poco en las altas esferas. Aquí es posible que solo necesitemos un empujoncito, ver como nuestros vecinos superan obstáculos técnicos y burocráticos para que sus ciudadanos puedan compartir mesa. Si al final, en todos lados se dice «all-in».