Parece una condición necesaria. Si no tienes un cochazo -o varios- no puedes ascender de grinder a baller.
Esto lo saben los grandes, como Sam Trickett, Patrik Antonius, Phil Ivey o Daniel Negreanu. Todos ellos tienen la suerte de poder conducir auténticas joyas sobre cuatro ruedas.
Sam Trickett tiene un Ferrari 458 Spider. Se lo compró el verano de 2012. En Twitter dijo que había sido la peor decisión financiera de su vida y que aún así no podía parar de sonreír. Le costó 257.000$, lo que no es demasiado si tenemos en cuenta que suma premios en torneos en vivo por valor de unos 20 millones de dólares. Si quería impresionar a su pareja, Natasha Sandhu, seguro que lo consiguió.
El Ferrari 458 Spider de Sam Trickett es una auténtica pasada.
Aparte del Ferrari, el británico también tiene apartados en el garaje de su casa un Audi R8V10 y un Range Rover Autobiography, que suele utilizar Natasha.
Patrik Antonius tiene un coche que le pega a su carácter, de línea elegante y algo más discreta: un Aston Martin Vanquish S, con motor de 12 cilindros y capaz de alcanzar los 321 km/h y de pasar de 0 a 100 en 4,2 segundos. Más o menos el tiempo que puede tardar en ganar el dinero para comprarlo.
Antonius tiene clase. Es un coche muy elegante.
El coche de Phil Ivey es más sorprendente, por decirlo finamente. Al norteamericano no le gusta pasar desapercibido. «Polarizing» tiene un Bugatti Veyron, por el que pagó un millón y medio de dólares.
Un poco macarrilla el Bugatti Veyron de Ivey.
Daniel Negreanu demuestra cierto civismo en la elección de su coche, ya que intenta combinar el respeto por el medio ambiente y cierto toque de distinción. Guarda en su casa un Lexus Hybrid SUV, que compró en eBay tras vender el coche que le regalaron por su éxito en las WSOP 2004, un Toyota Tundra.
Negreanu va a lo práctico con su Lexus híbrido.
Los jugadores jóvenes también tienen buen gusto para elegir sus coches. Jake Cody, por ejemplo, tiene un Audi R8 Spyder, en el que ha invertido buena parte de su fortuna. Es un coche que, desde luego, no pasa desapercibido en las carreteras de Rochdale, donde vive el pro de PokerStars. Pocos pueden permitirse el lujo de oír siquiera el rugido del motor de esta joya, cuyo modelo básico está en los 130.000$.
Menudo descapotable tiene este. Brrrrrrr.
Otros pijetes de los coches son Dave «Devilfish» Ulliot, quien tiene un Ferrari 360, o David Williams, que presume con su Bentley GT.
Yo no soy nada baller. Tengo un Toyota Yaris de 13 años. Va como la seda y lo aparco en la calle. No tengo glamour.
Gasta poco y me lleva a todos los sitios 😀
¿Te animas a compartir qué coche tienes con nosotros?
Hazlo en Twitter con el hashtag #micocheballer
