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Doyle Brunson estuvo a punto de jugar en los Lakers

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La vida de «Texas Dolly» da para mucho más que una pelí­cula.

Yo invitarí­a a las productoras estadounidenses a valorar la posibilidad de hacer una serie sobre el veterano jugador.

Doyle Brunson llegó al poker casi por una carambola de la vida, ya que en su adolescencia se volcó absolutamente en el deporte. Jugaba al baseball y al basket, y practicaba el atletismo.

En 1950 -su último año de high school- ganó el Campeonato Interescolar de Atletismo de Texas, corriendo la milla en 4:38. Sin entrenar especí­ficamente dicha prueba se convirtió en el mejor corredor de la milla de todos los institutos de Texas. Además, fue elegido en el equipo ideal de jugadores de baloncesto de los citados institutos texanos.

Doyle Brunson destacó como millero.
Doyle Brunson destacó como millero.

Gracias a estos éxitos deportivos recibió un centenar de propuestas de universidades de todo el paí­s. Se decantó por la de Hardin-Simmons y cuando cursaba el 3.º año de su carrera, tras ser votado por el MVP de la Border Conference, varios equipos profesionales de basket empezaron a mostrar interés por él. Los Minneapolis Lakers le «tocaron» y todo apuntaba a que iba a ser jugador profesional. De hecho, la revista Dell Basketbal le situó en el top 10 de los mejores jugadores universitarios de los EE. UU.

Los Lakers quisieron ficharle.
Los Lakers quisieron ficharle.

Doyle no solo se centró en el basket. Siguió practicando atletismo -pero sin entrenarlo especí­ficamente- y llegó a correr la milla en 4:18, lo que le permití­a luchar por un puesto en el equipo nacional. Eran dí­as de vino y rosas para Doyle.

No obstante, su vida sufrió un cambio drástico e inesperado. Tras terminar su 3.º curso universitario, se puso a trabajar en verano para sacarse dinero para la matrí­cula del 4.º y último. Sufrió un accidente laboral que le partió la pierna por dos sitios. Complicaciones posteriores hicieron que Brunson tuviese que estar escayolado ¡dos años! Finalmente, sanó, pero tuvo que poner punto final a su carrera deportiva.

Pero no todo fue malo durante esos dos años. Doyle se sacó el dinero de su último año de carrera jugando al poker, y acabó licenciándose y haciendo un máster en Educación Administrativa. No obstante, no llegó a ejercer como superintendente de escuelas. Se dedicó cada vez más al poker hasta hacerse profesional.

El resto de su historia es más conocida, pero si os interesa, os la cuento otro dí­a.