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Barry Greenstein ruge en la PCA

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La cercaní­a de las islas Bahamas a la costa oriental de Estados Unidos sirvió de acicate a numerosos jugadores de origen estadounidense para realizar una esporádica visita a los reales del European Poker Tour en estas primeras semanas de 2016.

Fue una oportunidad inmejorable para que los medios desplazados al festival pudieran enfocar sus cámaras sobre personajes del mundo del poker con los que de otra manera serí­a mucho más complicado coincidir, como el pro de PokerStars Barry Greenstein.

No es que sea especialmente trabajoso obtener unas palabras del jugador de Chicago, pues sigue cumpliendo con excelencia con su cometido de embajador de PokerStars, pero sí­ que es cierto que su exposición al público es mucho menor que en tiempos más gloriosos del que era conocido como el «Robin Hood» del poker.

Greenstein, que ya ha dejado atrás seis décadas de vida, siempre fue un elemento extraño en el cí­rculo de las high stakes. Primero de todo por su trasfondo académico, como informático y matemático, y a lo largo del resto de su carrera por su costumbre de navegar siempre por delante y casi siempre a contracorriente de sus colegas.

Con 13 o 14 años, Barry pasaba jugando en partidas caseras el tiempo que otros chavales de su edad empleaban en jugar al béisbol. También ganaba mucho más dinero del que se podí­a recibir como paga a esas edades. Aún así­, a la hora de decidirse a estudiar o jugar al poker, Greenstein tuvo muy claro que su prioridad iban a ser los libros.

Una primera licenciatura en Informática dio paso a un doctorado en Matemáticas que prometí­a ocupar la próxima década de su vida, con un pequeño recodo reservado en su horario para construir poco a poco su bankroll por las noches.

La verdadera naturaleza de Greenstein salió a la luz cuando le propuso matrimonio a su primera mujer poco antes de terminar sus estudios. Con el fin de facilitar la adopción de los tres hijos fruto de una anterior relación de su pareja renunció a seguir viviendo exclusivamente del poker y se unió a una compañí­a de software de reciente creación, Symantec.

A pesar de que contaba con la promesa de que podrí­a compatibilizar el trabajo con la obtención de su doctorado, la que hoy es una reconocida empresa del sector de la seguridad informática dependí­a en demasí­a del talento de Barry, que se sacrificó para completar el proyecto que le ocupaba y ayudar a lanzar la compañí­a.

Con el tiempo y la subida de apuestas, el dinero que sacaba en las mesas llegó a empequeñecer el nivel de ingresos que lograba de su trabajo, así­ que nuestro protagonista decidió dejar definitivamente Symantec en 1990. Libre de nuevas responsabilidades, Greenstein se volcó de lleno al fin en el poker, cuando ya estaba más cerca de los 40 que de los 30.

El cash, tanto el No Limit Texas Hold’em como especialmente el Limit, eran el pan y la sal de Greenstein, pero durante toda la década de los 90 fue creciendo su interés y gusto por los torneos.

Greenstein llegó a confesar que durante el desarrollo del mí­tico torneo que coronó a Chris Moneymaker como campeón del Main Event de las WSOP y del que él mismo fue eliminado tras un fulgurante inicio, se entretuvo en recaudar 5.000.000$ en las mesas de cash.

Barry tení­a por costumbre realizar donaciones a diversas causas benéficas, aspecto que tomó gran relevancia tras su victoria en un torneo de un millón de dólares de Seven Card Stud que llevaba el nombre de Larry Flint. De los 770.000$ del primer premio, entregó 440.000$ directamente a una organización de ayuda a la infancia. Ese fue el origen de uno de sus apodos más conocidos, «el Robin Hood del poker».

Toda una vida de trabajo ante un ordenador le convirtieron en una pieza clave en el desarrollo del poker online. De nuevo conduciendo en dirección contraria, Barry ligó su imagen a la de PokerStars, cuando la inmensa mayorí­a de sus compañeros y rivales en las mesas de high stakes apostaban por un proyecto propio, Full Tilt Poker.

El despegue del poker en televisión, promovido por la pugna entre los departamentos de marketing de las dos salas, nos permitió conocer de primera mano el estilo de Greenstein. Ni el ambiente desenfadado de High Stakes Poker ni el formato de sit and go de «Poker after Dark» lograban desatornillar las fichas de la mayor roca que pasó por aquellos platós.

Su incursión en la literatura pokerí­stica fue igual de rompedora. Su libro, «Ace on the River», incluí­a consejos filosóficos y de comportamiento, y un apartado para recomendar el uso de la meditación y el desarrollo personal como herramienta para dar un paso más allá y diferenciarse del resto de los jugadores de tu nivel. Uno de los mayores incentivos para eliminar a Greenstein de un torneo era recibir una copia autografiada del libro de manos del propio autor.

Fue una época gloriosa en la que ganó tres brazaletes de las WSOP y dos eventos del World Poker Tour. Sin embargo, los resultados dejaron de llegar a partir de lograr su última pulsera en 2008.

Greenstein siguió en la vanguardia del poker, aunque en un segundo plano mediático. Fue, por ejemplo, uno de los más entusiastas impulsores del poker chino y estuvo en primera lí­nea de los primeros intentos de diversificar la oferta de poker en Internet con Pokerroad, un sitio web que incorporaba radio, ví­deos y toda clase de lo que de aquella eran formatos totalmente innovadores en el sector.

En los últimos tiempos, a pesar del Black Friday, Greenstein ha permanecido leal a PokerStars y a su papel de pro estadounidense de la sala, resignado a jugar play money y a ver sustituidos los titulares que celebraban sus victorias en las WSOP por los de anecdótico ganador del Sunday Billion.

Todas esta peripecias vitales le aseguraron ser elegido como miembro del Hall of Fame del poker en 2011, y esta circunstancia es precisamente la elegida por los reporteros de PokerUpdate para dar comienzo a su distendida conversación con Barry durante la PCA.

Barry Greenstein es miembro del Hall of Fame, un club muy exclusivo, y lleva en esto del poker desde hace mucho tiempo. «Al menos desde el boom de Moneymaker», ¿no es así­?

Más que desde el boom de Moneymaker, podemos decir que desde el nacimiento de Chris Moneymaker (risas)

Vamos a ver qué es lo que los jugadores recreacionales podemos aprender de su perspectiva única, la de un jugador que ha estado en las trincheras y que ha conocido el éxito en el poker. Primero, Barry, ¿crees que muchos de los torneos aquí­ en la PCA son demasiado rebuscados, demasiado excéntricos o que es precisamente lo que se necesita para atraer nuevo público a los festivales?

Lo que realmente determina si un torneo es demasiado excéntrico es el número de participantes. Dejemos que los compradores sean los que determinen el mercado… Lo que hace muy complicado tener una medida correcta de lo sucedido es que hay que comprimir 104 torneos en 10 dí­as. –Son un montón de torneos, sí­-.

Se solapan. Hay gente que querrí­a jugar algunos de esos torneos y no puede porque ya está jugando algún otro. Lo que está haciendo PokerStars es intentando determinar qué es lo que más le gusta a los jugadores, una especie de encuesta pero de una manera muy divertida… Los torneos que no atraigan a suficiente público, los apartas y pruebas otra cosa.

También permite proponer a la vez torneos como el Super High Roller de 100.000$ y torneos de 100$+20$.

Esa es la otra parte… Es como cuando salió el SCOOP (Spring Championship of Online Poker), con tres niveles distintos de buy-in. Me gustarí­a haber sido yo el autor de la idea, pues de aquella yo estaba metido en el tema de sugerir mejoras para la sala. Qué gran idea fue aquella… En la PCA es algo parecido. Visto así­, ya no suena tan absurdo tener 104 torneos en un periodo tan corto de tiempo.

Como pionero de los primeros formatos de entretenimiento basado en el poker, ¿cuál es tu punto de vista sobre las nuevas formas de difusión en el poker, como el streaming o los shows de Internet?

Yo mismo he utilizado Twitch para retransmitir mis torneos de play money, como el Sunday Billion, porque desde Estados Unidos solo puedo jugar play money.

Dejé de hacerlo porque coincidí­a con el fútbol… Bueno, no, en verdad paré porque no podí­a competir con la gente que retransmite partidas de dinero real. Por ejemplo, Jason Sommerville – el maestro de Twitch-.

Volveré a subirme al tren de Twitch cuando el poker con dinero real vuelva a Estados Unidos. Lo que más me preguntaban en el chat era : ¿Por qué demonios estás jugando play money? Una y otra, y otra vez… Pues porque en Estados Unidos no puedo jugar otra cosa.

En mi caso es como si estuviera en una situación de bloqueo empresarial. Yo he seguido cobrando de PokerStars y como uno de los pocos pros estadounidenses de la sala se supone que voy a estar metido de lleno en la vuelta de PokerStars al paí­s. Estuve a punto de mudarme a Nueva Jersey antes de la debacle del intento de compra de un casino allí­. Ahora tenemos la aprobación para una licencia en Nueva Jersey, pero no estamos vinculados a una sala fí­sica. Si la hubiera, probablemente estarí­a muy ligado a ella.

En PokerStars pensamos que el verdadero mercado del poker por llegar es California. Y yo espero poder seguir viviendo en California. Juego en el Commerce, la poker room más grande del mundo, y ahora son socios de PokerStars, y serí­a de lo más natural que yo estuviera involucrado allí­.

Yo creí­a que lo iba a poder ver realizado antes de tener el pelo así­ de gris, y ya ves que no. A ver si puede ser antes de que me quede calvo, y si de aquella puedo acercarme a una mesa de poker en mi silla de ruedas, me involucraré de lleno.

Eres parte del Hall of Fame, has conseguido numerosos logros, brazaletes, dinero… ¿Qué objetivos te quedan por conseguir sobre el fieltro?

Como para cualquier jugador de poker, el sueño era ganar el Main Event de las WSOP. Ahora alcanzar la mesa final es lo máximo a lo que puedes aspirar.

Tuve buenas actuaciones en los primeros, cuando los fields no eran tan grandes. Acabé el 22º, el 45º. El año que ganó Moneymaker yo era chipleader al final del primer dí­a, pero jugué muy mal al dí­a siguiente.

Desde aquella lo he hecho bastante mal, pero he tenido más bad beats de los que me merecí­a, set over sets, all-ins con grandes parejas en los que mi rival pinchaba la carta que necesitaba para ganarme, y creo que esta por venir mi «deep run». A lo mejor no ganarlo, ni hacer mesa final, pero sí­ llegar muy lejos.


No creemos que nadie tuviera la mí­nima protesta ante la posibilidad de que este deseo de Barry Greenstein se llegara a convertir en realidad. En los dí­as más oscuros del poker, fue gente como Barry Greenstein los que mantuvieron vivo el juego, y fueron figuras como la de «El Oso» las que actuaron de contrafuertes a la hora de cimentar el súbito boom de popularidad que experimentó el poker hace una década.

Si lo único que pide a cambio es un último «deep run» en el Main Event, ahí­ vamos a estar, pidiendo las suyas de todo corazón.