La popularidad que ha alcanzado el poker en los últimos tiempos en nuestro paí­s y en el mundo entero es algo increí­ble. El apoyo de la industria y de los medios de comunicación tienen mucho que ver con la profesionalización del sector, pero lo más determinante es la relativa facilidad con la que se pueden conseguir premios importantes.

Cualquiera está en condiciones de lograr un pinchazo decente, pero es evidente que parten con ventaja aquellos que se lo toman más en serio y dedican sus horas a fajarse en las mesas y sobre todo al estudio.

Es también por esa razón que muchos de los jugadores más exitosos tienen un pasado común en otros juegos de estrategia. El ajedrez, el backgammon, el bridge, Magic The Gathering o videojuegos como Starcraft son sólo algunas de las modalidades que nutren en la actualidad al field de jugadores de poker.

Cualquier paquete puede jugar al poker; es un juego muy sencillo, pero no hay que olvidar nunca aquella frase que dice que al poker se aprende a jugar en cinco minutos, pero que se tarda toda una vida en dominarlo. Es una verdad como un templo. En su sencillez está su complejidad y aquel que no se esfuerce en mejorar su juego y en adaptarse a las nuevas tendencias tiene poco que hacer.

Los que saben esto van un paso por delante y si además acumulan experiencia en otros juegos y en el conocimiento de la mente de los rivales, tendrán una visión de conjunto mucho más certera.

Gus Hansen y Erik Seidel son experimentados jugadores de Backgammon; David Williams, Darí­o Minieri o André Coimbra eran jugadores de Magic The Gathering; Bertrand Grospellier era un maestro del Starcraft y Jeff Sarwer fue un niño prodigio del ajedrez, sólo por poner algunos ejemplos.

Todos ellos son amplios conocedores de la Teorí­a de Juegos, algo muy útil para cualquiera que quiera ganarse la vida jugando y que se llegó a esbozar en la gran pantalla en la pelí­cula «Una mente maravillosa», que relataba la vida de John Nash, Premio Nobel de Economí­a.

«La Teorí­a de Juegos es un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos (los llamados «juegos») y llevar a cabo procesos de decisión. Sus investigadores estudian las estrategias óptimas así­ como el comportamiento previsto y observado de individuos en juegos. Tipos de interacción aparentemente distintos pueden, en realidad, presentar estructura de incentivo similar y, por lo tanto, se puede representar mil veces conjuntamente un mismo juego», dice Ariel Rubinstein, profesor de teorí­a económica en la Hebrew University of Jerusalem.

Es lógico que a quienes les gusten unos juegos también les gusten otros e incluso, que a quienes se les den bien unos juegos también se les den bien otros. Es una cuestión de predisposición, de interés en mejorar y de aplicar unos criterios comunes a varios juegos, aunque estos sean diferentes.

A mí­ los que realmente me gustan son los juegos de mesa tipo Carcassonne, República de Roma, Colonos de Catán, Tigris y í‰ufrates o Juego de Tronos. Son de nivel medio-bajo, más sociales; no son tan complejos como el ajedrez o el backgammon, pero sí­ creo que ser bueno en uno ayuda a ser bueno en otro. La teorí­a de juegos es más que interesante y recomendable y es sorprendente las múltiples aplicaciones que tiene.

Para terminar, después de este pequeño tostón, os dejamos con un ví­deo de Bertrand Grospellier jugando el World Ciber Games contra el coreano Yohwan Lim. Tanto el Starcraft como Magic The Gathering son juegos en los que se pueden obtener grandes beneficios si juegas en la élite, pero ninguna está a la altura de los millones de dólares que se pueden ganar en los grandes torneos de poker.