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Samantha Abernathy conquista la Bobby’s Room

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En los últimos seis meses, Samantha Abernathy nos ha proporcionado ya unas cuantas portadas. Cuando la conocimos a principios de año, nos la presentaron como una diseñadora gráfica y fotógrafa de 24 años que, acabara como acabara la mesa final del Main Event de los Ausssie Millions para la que se acababa de clasificar, iba a doblar los premios conseguidos en su corta vida pokerí­stica.

Al final quedó tercera, con un premio de 625.000$, aunque lo que realmente le hizo famosa fue un ví­deo viral en el que un tipo bastante insoportable le hací­a un slowroll, pidiendo a gritos que el karma contraatacara en forma de river vengador, como así­ ocurrió. Y no nos engañemos, la belleza de la estadounidense también aportó un punto de interés extra a la historia.

Empezamos a indagar en su biografí­a y descubrimos con sorpresa que el éxito en Australia, más allá de poseer una cara bonita en el sitio adecuado y en el momento justo, era fruto de una historia de entrenamiento y grindeo digna de un remake de Karate Kid. Samantha aprendió a desenvolverse en los torneos de la mano del italiano Flaminio Malaguti, un crack que por sí­ mismo da para unos cuantos artí­culos.

El modo de vida de Malaguti es acudir fielmente a la cita con los torneos diarios de los casinos de Las Vegas, una oferta que funciona los 365 dí­as del año, con buy-ins baratos y un flujo constante de pensionistas y turistas que ablanda el field y engorda las bolsas. Malaguti ganó 38 de estos torneos en 2014, un récord que pocos conocen y que nunca tendrá el reconocimiento que se merece.

Así­ empezó Samantha, bajo su ala, peleando por premios de tres cifras con la tercera edad. Combinaba los torneos con algunas sesiones en las mesas de cash de 5$-10$ y así­ hizo despegar su su carrera, hasta pasar a trabajar con un jugador mucho más conocido, Calvin Anderson, su coach durante su invierno mágico en las antí­podas.

Llegar a la mesa final de uno de los torneos más importantes y mejor pagados del año es un deseo que pocos jugadores son capaces de tachar de su lista, pero hay metas que parecen aún más inalcanzables.

Las Vegas es la ciudad del poker, por historia y por glamour. En cuanto empiezan a apretar los calores del verano, la mente se nos va directamente al Rio y sus salas, la Amazon; la Pavilion; la Brasilia, pero hay muchos más templos del poker repartidos a ambos lados del Strip. El Binions, donde empezaron las WSOP; la grandeza del Aria, los torneos del Venetian, la variedad de oferta del Mirage y, como no, el Bellagio.

La poker room del Bellagio fue durante muchos años el escaparate preferido del World Poker Tour, pero hay un rincón especial en este casino cuyo nombre evoca las partidas más duras y más caras de una época en la que era muy complicado que un casino apostara por ceder parte de su espacio al poker en vez de a la ruleta o el bacarrá. Hablamos de la Bobby’s Room.

Al fin y al cabo, cualquiera que se presente con el dinero de una entrada puede jugar las WSOP. Que te abran la Bobby’s Room es harina de otro costal. Pues Samantha ns ha hecho saber en su Facebook que ha completado su primera noche en vela dentro de la Capilla Sixtina del poker. Y ha salido de ella con 100.000$ en ganancias y ganas de seguir jugando cash.

La foto de las fichas y el dinero te recordará al estilo de otro vividor de la Las Vegas, Dan Bilzerian. Samantha se ha dejado ver -y fotografiar- varias veces en la órbita del polémico playboy, lo que es bastante preocupante para su reputación y quizá se aleja demasiado de la filosofí­a con la que se inició en las mesas. Quizá esta provechosa visita a la Bobby’s Room sea señal de que aún mantiene la cabeza en su sitio y que su progresión continúa.