Inicio Articulos El secreto

El secreto

168

Mientras esperaba a su novio, una morena, amiga mí­a, me confesó que éste se lo hací­a demasiado rápido y a ella no le daba tiempo . . .
Ehhh, tranquilas/os, no voy a dar ninguna clase sexual. Ya os estaba imaginando con los ojos como platos :_)

Este es el inicio de un secreto que descubrí­ hace más de 20 años.

Probablemente no le resolví­ el problema, pero lo que ocurrió después me ayudó a identificar una determinada caracterí­stica en el modo de actuar de las personas.

Ocurrió mientras tomábamos una cerveza en un pub, sí­, entonces ya habí­a pubs. Ahora les llamáis garitos :_).

La barra del pub era larga y en forma de L, estaba iluminada por lámparas que colgaban a media altura, dándole un aire retro. Al fondo la zona se iba oscureciendo, habí­a una pequeña pista de baile y lo que llamábamos reservados, que eran para darse besitos. También habí­a una pequeña bolera y una maquinita matapatos. Por último una diana de dardos, manual claro, aún no se habí­an inventado las automáticas. Lástima que no hubiera póquer.

El novio de mi amiga, también amigo mí­o, llegó poco después, pidió un café, y se puso a hablar justificando su retraso. En aquella época, aunque la leyenda dice lo contrario, éramos nosotros quiénes llegábamos tarde, sí­ sí­, nosotros.

Mientras él se dedicaba al blablabla, que yo ya conocí­a y que en ocasiones pactábamos, mi mirada se dirigió casualmente hacia su taza de café. Observé como echaba el azúcar le daba un voltio y se lo zampaba rápidamente.

Entonces comparé con la forma en que yo lo tomaba, cuchareando previamente con el lí­quido, despacio, despacio . . .

Dejándolo reposar después, y de nuevo cogiendo la cucharita y otro par de meneí­tos. Sorbiéndolo poco a poco, en varios movimientos, evitando siempre que me quemara en la boca. Y terminándolo en el momento justo y preciso.
Nada que ver con lo que habí­a visto que hací­a mi amigo. De un golpe y ardiendo.

En algún momento lo comenté con ella y me confirmó que siempre lo tomaba igual.

Pasaron meses, y en un guateque, sí­í­í­í­í­, entonces se llamaba así­, ahora es ¿fiestorra?, una amiga, para nada fea, se quejaba de que no se enteraba cuando su novio le hací­a el amor. Se abrió el debate de opiniones, y con el novio delante :_). Para que veáis que las mujeres de entonces ya estaban valientes.

Los guateques solí­an ser en un chalet. Si hací­a buen tiempo poní­amos el tocadiscos fuera, jodiendo a los vecinos. Me pregunto por qué se llamaba tocadiscos cuando podrí­a llamarse suenadiscos o audiodiscos, ¿no?, y puestos a tocar serí­a tocamúsica.

La barra era libre y no habí­a garrafón. Los que ligaban buscaban en el interior algún sofá, y los demás lo de siempre, bailar, beber, fumar y hacer el paseí­llo. De vez en cuando alguna armaba el pollo y se liaba una como ésta.

Las reivindicaciones de mi amiga eran por la falta de preliminares. Llegaba, pimpan y ya está. No creáis que él se daba por aludido, que va, lo consideraba normal.

Recordando la experiencia anterior, se me ocurrió preguntarle a ella como tomaba él los cafés. Casi no me dejó matizarle que me referí­a al protocolo . . .

Su respuesta fue rápida, espontánea y contundente. De un tirón ¡!!

Toma ya, el macolis sonriendo . . .

Con esto se habí­a reforzado mi hipótesis, y a partir de ese momento observé esta casuí­stica mucho más a menudo. Como no podí­a preguntar a las novias, o mujeres, de todos los tí­os que veí­a tomando café . . . vigilaba sus comportamientos en otras facetas. Impulsivos, poco reflexivos, aquí­ te cojo aquí­ te mato. No sólo no saboreaban el café, no saboreaban la vida, lo cual tampoco quiere decir que no la disfrutaran, pero no la exprimí­an. Quién toma el café despacio también puede tomarlo rápido, pero quién lo toma con prisas tiene más dificultades para ralentizar ese placer (no es de Confucio eh, es mí­o).

En los años posteriores me sirvió para mi trabajo de management. Con un sólo café ya tení­a avanzadas ciertas caracterí­sticas, no me refiero a las sexuales, sobre los comportamientos de las personas con las que me entrevistaba. Puedo asegurar que me sirvieron de mucho.

¿Podemos aplicarlo al póquer? Imaginaros una comida y sus posteriores cafés, para continuar con una buena partida de póquer entre amigos. Fijaros en esos detalles. Valorad los impulsos y la falta de reflexión en el momento de tomar decisiones.

Cuando participéis en un torneo, invitad a los jugadores de la mesa a un café durante las pausas, o si estáis en cash pedid ¡café para todos! y observadles.

Y ¿en online? … bueno, podéis preguntarles en el chat.

Y por supuesto . . . tomad el café despacio ¡!!! . . . os estaré vigilando :_)

PD: Dedicado a dos mujeres, una de aquí­ y otra de allá.

Artículo anteriorEl CEP 2010 presenta novedades en los satélites onlines, estructura y premios
Artículo siguienteVictoria de ‘migmoj1’ en el torneo de Azartia Poker