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Poker Alice, la jugadora más legendaria del Salvaje Oeste

No me duelen prendas en reconocer que no conocí­a la historia de Alice Ivers, Poker Alice, la jugadora más famosa de la convulsa época en que el poker se convirtió en uno de los juegos de referencia de las casas de juego de los incipientes Estados Unidos de América. Pero gracias a la referencia a su figura publicada en Assopoker, he podido embeberme en la increí­ble vida de una de las mujeres más famosas en la frontera, que seguro que disfrutarás como yo.

El Salvaje Oeste, nombre que recibió el territorio en el que se desarrolló la colonización de los Estados Unidos hacia el oeste en el siglo XIX y, por ende, los pintorescos personajes que lo poblaron, fue uno de los temas favoritos de los inicios de la industria del cine, que lo convirtió en un icono de la cultura popular en todo el mundo. Hay diversas mujeres que se ganaron un lugar de honor en su folklore -Calamity Jane, Anne Oakley, Stagecoach Kate…- pero, al aficionado al poker, la que más atención le va a llamar es Poker Alice.

Muchas de las historias que han llegado hasta nosotros sobre el Far West son apócrifas, algunas incluso publicadas por los propios protagonistas en su vejez para sacar rendimiento de la fascinación del público por las historias de vaqueros, llenas de exageraciones o puras invenciones dirigidas a embellecer la biografí­a de los personajes más destacados de la época.

Primeros años

En la historia de Poker Alice es posible que se cometan los mismos pecados. Por ejemplo, muchas fuentes sitúan su lugar de nacimiento en Inglaterra en 1851, desde donde posteriormente viajó junto a sus padres para establecerse en Estados Unidos, donde fue educada en exclusivos colegios de señoritas. La versión más mundana emplaza sus primeros años de vida en Virginia, hija de unos inmigrantes irlandeses.

En cualquier caso nadie niega que fue al final de su adolescencia cuando llegó a al Oeste acompañando a su familia en la persecución de la famosa carrera del oro, la utopí­a de un vertiginoso enriquecimiento buscando metales preciosos que provocó la colonización del territorio al pie de las Rocosas y, más tarde, hasta la costa del Pací­fico. Alice conoció allí­ a un ingeniero de minas aficionado al poker, con el que se casó cuando apenas tení­a 20 años.

En vez de quedarse en su casa cuando su marido acudí­a al «saloon» a jugar, Alice lo acompañaba y observaba su desempeño en la mesa de poker. Una facilidad innata para calcular probabilidades, contar cartas y para desarmar a su oposición con sus armas de mujer la llevaron a abandonar el grupo de observadores para incorporarse al de los jugadores.

Una carga de dinamita defectuosa le costó la vida a su marido a los pocos meses, la convirtió cuando la duración de su matrimonio aún se podí­a contar en meses. Su supuesta educación le permití­a ejercer una profesión como la de maestra, pero en una ciudad minera como en la que viví­a no habí­a ni escuela. Descartada esta opción y otras muchas, por las razones que fueran, Alice acabó dedicándose al juego como medio de vida.

Gambler y crupier

La belleza y la pulcritud en las maneras y el vestir de Alice contrastaba mucho con el tipo de mujer que se solí­a encontrar en los garitos de aquellas concentraciones humanas surgidas alrededor de las minas. Pronto, Poker Alice, el apodo por el que se la empezó a conocer, se convirtió en una atracción que congregaba multitudes alrededor de las mesas en las que jugaba o repartí­a. Los jugadores de aquella época no hací­an asco a trabajar de crupieres. Otros héroes de la frontera como Wyatt Earp o Doc Holliday también trabajaron repartiendo cartas.

Pronto, los dueños de los casinos y los «saloons» se disputaban la presencia de Poker Alice -trabajó para el asesino de Jesse James, Bob Ford-, y ella se dejaba querer para juntar el dinero suficiente para hacer una escapada a la Costa Este, a Nueva York, y gastárselo en renovar su vestuario, siempre a la última moda. Así­ fue como llegó a Deadwood, la famosa ciudad del Oeste que dio nombre a una de las mejores series de televisión que ha grabado la HBO -ahí­ queda la recomendación-. Y como empezaron a surgir las leyendas que la convirtieron en un icono del Far West.

Segundo matrimonio

La primera que vamos a comentar es la que terminó en su segundo matrimonio. Alice estaba trabajando como crupier para Bedrock Tom en Deadwood, y un vaquero borracho amenazó a uno de sus compañeros con un cuchillo. Alice, que siempre llevaba un revólver del 38 encima, encañonó al borracho -o le disparó en el brazo, según quien cuente la historia- y eso fortaleció los lazos entre ellos.

Su marido, que era pintor además de jugador y crupier, le dio siete hijos. La vida de juego y viajes de compras se terminó cuando el pintor contrajo la tuberculosis. La pareja compró un rancho en Dakota del Sur y Alice se dedicó a criar a sus hijos y a cuidar a su marido, hasta que este murió en 1910.

Vuelta a las mesas

El fallecimiento del señor Tubbs dio lugar a otra famosa leyenda. Alice, por aquel entonces sumida ya en algunas deudas, trasladó el cadaver de su marido a Sturgis para darle un entierro decente, pero tuvo que empeñar su anillo de boda para pagar las exequias. Con lo sobrante entró en el saloon y se puso a jugar al poker hasta ganar lo suficiente para recuperarlo.

Alice ya no seguí­a la moda del Este, y fumaba puros, pero los hombres seguí­an bajando la guardia ante ella, así­ que volvió a las mesas para ganarse la vida. Contrató a un peón que le cuidara la granja. El guardés, George Huckert, pretendí­a casarse con ella, y lo consiguió cuando Alice pensó que le valí­a más la pena aceptar el matrimonio que pagarle los sueldos atrasados.

Compró un local en Fort Meade y montó un negocio, el «Palacio del Poker», donde ofrecí­a alcohol, juego y prostitución. Tuvo que pedir un préstamo de 2.000$ -ella, que contaba que habí­a ganado 6.000$ en una sola noche saltando la banca en una mesa de faro-, que le concedieron a regañadientes por la sospechosa promesa de devolverlo en dos años. Lo devolvió en uno, para sorpresa del banco, y tras quedar viuda por tercera vez, Poker Alice se convirtió en madama a tiempo completo.

Problemas con la justicia

Fue en esa época cuando Poker Alice cumplió con el último requisito necesario para entrar en la leyenda negra del Lejano Oeste, matar a un hombre. Unos soldados se empezaron a desmandar en su local y Alice disparó con un rifle, matando a uno e hiriendo a otro. Alegó defensa propia y se libró de la cárcel, pero se ganó la atención de la justicia.

Sus últimos quince años de vida pasaron cuidando de su negocio y peleando con las autoridades, que le poní­an multa tras multa por las actividades que permití­a en su local. Finalmente, la acumulación de denuncias la llevó a la cárcel, cuando ya tení­a 75 años de edad. Salió gracias al perdón del gobernador, para morir unos meses después por las complicaciones surgidas a raí­z de una operación de vejiga.

Me encantarí­a ver al personaje de Poker Alice jugando con el sheriff Bullock, comprando en la tienda de Solomon Star o repartiendo cartas en el saloon de Swearengen. ¿Ya he hablado de lo buena que es Deadwood, verdad?

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