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Phil Laak: de ladrón de coches a icono del poker telepático

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Phil Laak «Unabomber» es uno de esos tipos realmente curiosos que enriquecen la fauna del poker mundial. Es todo un personaje y nos tiene acostumbrados a todo tipo de extravagancias y si tenemos en cuenta quién era antes de ser jugador de poker, entendemos un poco mejor todo lo que pasa por su cabeza.

Que su nick sea «Unabomber», el mismo apodo que utilizaba el mí­tico matemático terrorista de las cartas bomba, ya nos da una idea de los explosivo que puede llegar a ser Laak. Básicamente no para. Siempre está haciendo cosas y siempre está de coña, abierto a cualquier giro inesperado que le pueda plantear la vida.

Empezó a jugar al poker por casualidad. Solí­a jugar al backgammon y empezó a frecuentar un club de poker simplemente porque habí­a un billar. í‰l jugaba al billar y el resto jugaban al poker. Pero entonces se dio cuenta de que habí­a un fish y cuando un amigo le dijo que ese jugador tan malo iba ahí­ a jugar a diario, Laak se dio cuenta de que estaba perdiendo una gran oportunidad de hacer dinero. No sabí­a nada de poker, pero esa misma noche se leyó un libro y al dí­a siguiente estaba sentado a la mesa dispuesto a pelar al fish. En 20 minutos ya estaba disfrutando plenamente del poker.

«Me enamoré del poker, lo cual es genial, porque no importa cuánto dinero puedas llegar a ganar. Si no amas lo que haces no vas a seguir por ese camino durante mucho tiempo».

Como decí­amos, Laak no es una persona normal y el dinero no es lo más importante para él. En su vida ha tenido una trabajos variopintos como jardinero o repoman (embargador de coches), el trabajo más emocionante de su vida y también el peor de todos ellos.

Básicamente consiste en robar coches, pero de manera legal. El 92% del trabajo consiste en rastrear el coche, el 4% consiste en planificar cómo llevarse el coche y el otro 4% consiste en robar el coche. í‰sa es la parte realmente emocionante.

Lo que pasa es que, además de emocionante, era peligrosa. Una vez se encontró a sí­ mismo intentando llevarse el coche de un tí­o que tení­a un laboratorio de metanfetamina y que cuando les vio a él y a su compañero les encañonó con una recortada.

«Mi compañero me miró y me dijo ‘No te preocupes’. El tipo estaba como una cabra, gritando, y mi compañero sólo se preocupaba de intentar arrancar el coche, mientras el otro le apuntaba al cuello y le decí­a ‘tienes tres segundos antes de que apriete el gatillo’. Honestamente, no habí­a manera de que fuese un farol. El tipo estaba loco. Por fin conseguimos llevarnos el coche y en ese momento salieron todos sus colegas y empezaron a tirarnos piedras lo suficientemente grandes como para matarnos. Afortunadamente eran las dos de la mañana y no se veí­a muy bien».

Ese fue el último dí­a que trabajó de repoman. También se dedicó a la Bolsa, justo después de trabajar como ingeniero informático.

«Yo siempre pensé que debí­a desarrollar el mejor videojuego del mundo, por lo que decidí­ convertirme en el mejor programador del mundo. Querí­a estar en un ambiente meritocrático, donde si eres el mejor programador del mundo no importe que hayas dejado los estudios a medias. Sólo querí­a ser un maestro en algo, así­ que empecé a interesarme en el mundo de las finanzas. Yo querí­a invertir dinero. Siempre traté de usar mi cerebro para vencer a sistema, para librarme de la matriz, salir de ese ‘gana dinero, paga la hipoteca y las facturas…»

Durante un tiempo estuvo jugando en el mercado de valores con el dinero de algunos familiares, pero luego se dio cuenta de que no era tan divertido arriesgar el dinero ajeno como el dinero propio. Ha estado jugando a la Bolsa de manera intermitente durante los últimos 20 años y no le ha ido mal. Quién sabe hasta dónde podrí­a haber llegado si se hubiese dedicado plenamente a ello.

Pero en el año 2000 su vida dio un giro. Conoció a su amigo del alma Antonio Esfandiari durante las WSOP®, después de haberse recorrido todos los casinos de América y de Europa jugando al poker. Todaví­a dudaba entre el poker y Wall Street, pero entonces Esfandiari le dijo que fuese a hacerle una visita a Rusia, donde estaba poniéndose las botas en un casino.

«Era el secreto mejor guardado del mundo del poker. Habí­a 30 jugadores muy malos y sólo 3 tiburones. Yo no podí­a creerlo. En el primer dí­a conseguí­ mi mejor resultado hasta entonces (15.600$) y en la semana gané unos 35.000$».

Ahí­ fue cuando Laak se dio cuenta que era mejor jugador de poker que de Bolsa. «Hay que agradecer a los dioses del poker que me permitiesen ganar tanto durante aquella semana en Rusia, porque si sólo hubiese ganado 2.000$, probablemente hubiese vuelto a mi trabajo».

Le encanta el backgammon y el Pot Limit Omaha, aunque reconoce que es mejor jugador al Texas Hold’em No Limit. «Los juegos Pot Limit son como una especie de antí­doto contra mi locura«. Lo que no le gusta es la situación del juego online en Estados Unidos.

«En teorí­a, Estados Unidos es un paí­s libre, pero es el paí­s más vigilado del mundo. Se hace seguimiento de todo. Es una locura, es 10 veces peor que Gran Hermano. Me encanta Estados Unidos, pero ¿quién querrí­a todos sus correos electrñonicos almacenados y cifrados?»

Otra de las cosas que le fascina es el cerebro humano y la telepatí­a.

«Después de la universidad, recuerdo que estaba muy impresionado de que alguien pudiese leer los labios a distancia. Pensaba que eso era imposible. Me dijeron que era muy fácil y que todo lo que habí­a que hacer era practicar y ver la tele sin sonido. Te sorprenderí­a lo fácil que es. Así­ que empecé a practicar y aprendí­ a leer los labios a 20 metros. Luego todo se volvió un poco extremo y empecé a pensar que podí­a leer los labios de una habitación a otra, sin ver a la persona que estaba hablando. Uno simplemente se siente conectado a una especie de energí­a telepática. Claramente, eso fue cuando yo estaba un poco loco.

Hay momento extraños de sincroní­a, como cuando piensas en tu madre y de repente suena el teléfono y es ella. Cuando estoy en una mesa televisada, pienso en los chicos que están en el control de televisión viendo mis cartas a 40 metros de distancia. ¿Qué pasarí­a si todos ellos por alguna razón animan a mi oponente y canalizan todas sus energí­as en que haga call o foldee contra mí­? ¿Podemos demostrar que existe una correlación?

Recuerdo haber leí­do un libro acerca de un experimento. Dice que si estás en una habitación, con una cámara enfocándote, y sabes que en cualquier momento del dí­a alguien puede mirarte, cuando lo hace, tu cuerpo reacciona de una manera determinada, incluso si túno te das cuenta».

Bueno, bueno, bueno, la verdad es que es un tipo muy majo este Phil Laak. Está un poco como un cencerro, pero es bien majo. Raro es un rato y ya no me extraña que lleve prismáticos a los torneos para averiguar los stacks de sus rivales. Y eso que cree en la telepatí­a.

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