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Mi primer CEP: el póquer en vivo mola

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Cuarta temporada del Campeonato de España de Poker. El CEP llega a Barcelona y, tras la exitosa primera parada en Peralada, se espera una asistencia brutal de jugadores. Para mí­ ha llegado la hora de ponerme al otro lado de la barrera. Primer CEP y primera caja. ¿Qué más se puede pedir?

Tres estupendos dí­as de póquer que, finalmente, han terminado con un 16º puesto entre 407 jugadores y un premio de 1.650€. Me lo he pasado en grande y espero poder repetirlo ¿quizás en Madrid? Quizás.

Voy a intentar ahora hacer una recapitulación del fin de semana. Lo que me permita la memoria que, en mi caso, no es especialmente buena recordando manos, ciegas, botes, etc., así­ que pido disculpas de antemano si no hay exactitud en esa parte de la crónica.

Verdaderamente no me queda mucho tiempo para jugar póquer al cabo del dí­a, pero habí­a tenido algunos buenos resultados en febrero y últimamente notaba que mi juego en torneos habí­a mejorado por lo que me parecí­a un buen momento para jugar un CEP que se presentaba excitante. Mi plan era intentar clasificarme en el satélite del viernes -tampoco me apetecí­a demasiado pagar la inscripción- y si no habí­a suerte, disfrutar del fin de semana barcelonés.

El satélite ya fue un avance del éxito a todos los niveles que iba a tener este CEP. 225 jugadores inscritos y 72 plazas para el torneo. El torneo era 100+10€ (2.000 puntos) con rebuys de 50€ y un add-on de 50€ por 4.000 puntos que se antojaba obligatorio. El plan: tres recompras como máximo en previsión de un juego súper loose en la mesa. La primera sorpresa fue que nadie se decidió a hacer ese juego agresivo y simplemente jugando las manos adecuadas (tampoco tuve spots donde arriesgar) conseguí­ llegar al periodo freezeout sin haber hecho ninguna recompra y situado ligeramente por encima de la media tras el add-on. Llegados a las proximidades de la burbuja, era el momento de los robos y con dos o tres manos pude situarme con los puntos necesarios para entrar en el torneo sin demasiadas apreturas. Primer objetivo cumplido, y con el mí­nimo desembolso.

Al llegar el sábado al casino ya se respiraba un ambiente excepcional. Media hora antes de comenzar el torneo la lista de espera ya era importante y los registros se sucedí­an uno tras otro. A las cinco de la tarde, y con una puntualidad durante todo el torneo muy pero que muy de agradecer, comenzaba el CEP de Barcelona. En mi mesa se sentaban David Luzago, Macolis, Alberto Boal, Adrián Bataller y el a la postre ganador del torneo, Rodrigo Martí­n. No estaba mal para empezar. Plan: jugar al póquer de la mejor manera posible. No soy especialmente tight al comienzo de los torneos y con la estructura de los primeros niveles (15.000 puntos, ciegas 25/50) tampoco habí­a razón para serlo. Tras los dos primeros habí­a entrado en bastantes botes con solidez (uno de cerca de 10.000 puntos donde hago call a la apuesta en el river de 3.000 puntos de Adrián Bataller con KQ en un board con una K y múltiples proyectos. í‰l tení­a KT; fue una buena lectura) y me encontraba con unos 28.000 puntos cuando me cambiaron de mesa.

Mientras estoy colocando mis fichas me reparten KK. Un jugador francés se resta por unos 6.000 puntos -si no recuerdo mal- y pago. Enseña AQ y la mesa le da el as. Me como mi primer 3-outs en vivo y me voy a cenar un poco por encima de la media.

Tras la reanudación me paso los tres niveles siguientes sin ver una mano decente, simplemente un raise que hago con AJo y me tiro cuando otro jugador envida. No hay problema. Una de mis escasas virtudes es la paciencia y no me desespero. El problema es que las ciegas empiezan a picar y en algún momento habrá que hacer algo. Mi momento de suerte llega cuando un jugador sube en primeras posiciones, yo pago con AQ en el botón y la ciega grande paga quedándose con muy pocos puntos detrás. El flop es x-7-10, la BB pasa, el raiser pasa y yo paso también. Turn: J, la BB se resta, el otro jugador se tira. Tengo que decidir si pago. El restado con una pareja debe envidar, y yo creo que me pueden servir los ases, las damas y los reyes. Soy muy malo recordando botes pero cerca de tener las odds suficientes -si he hecho una buena lectura- aunque en un loose call evidente, pago. Si pierdo ese bote tengo margen de maniobra todaví­a. í‰l muestra 89 con su escalera hecha pero en el river cae la K que me da el pot. Un 4-outs para quitarme el mal sabor de boca del 3-outs que me endosaron previamente.

No recuerdo muchas más manos realmente interesantes de ese primer dí­a y paso al segundo con 73.300 puntos, más o menos en la media. El problema es que la media será M5 para comenzar el dí­a definitivo por lo que habrá que decidir muy bien dónde vas a poner tus fichas.

75 jugadores van a luchar por los 45 puestos con premios. La sangrí­a de los primeros compases es evidente y el juego es totalmente preflop. Me siento relativamente cómodo pues lo que juego habitualmente son Sit&Gos y estoy acostumbrado al juego con M corta. Consigo sortear la burbuja metiéndome en los lí­os justos y ya estoy en los premios en mi primer CEP. Mención especial en ese momento para Chelo Navarro que, sentada a mi izquierda, súper shortstack en la burbuja y con el juego mano por mano en las mesas para entregar el puesto más odiado, se ve involucrada en la mano donde hay un all-in en tres mesas. Ella es la que menos puntos tiene y la que queda eliminada en caso de perder. Con una mano totalmente dominada por Pakito López, Chelo consigue hacer la escalera que la salva.

Ya en los puestos de premios pero con los jugadores cayendo a cada mano por una estructura ya imposible, recibo AA. Pago simplemente una subida preflop y consigo que mi rival me pague toda la caja en el flop tras resubir su apuesta. Los antes y ciegas son enormes y quedarte una vuelta sin jugar se paga con la vida. No me llegan cartas ni medio jugables. Arrrggg.

En ese momento pago la inexperiencia -mezclada con una ligera torpeza por parte de la crupier- en la siguiente mano. Con ciegas 5000/10000 y yo con unos 60.000 puntos me llega la ciega grande. Todos fold hasta la SB que con menos fichas que yo envida. Le voy a pagar con casi cualquier cosa porque el siguiente tramo de premios queda todaví­a a unos cuantos puestos. Levanto las cartas y veo 89. Me pongo las manos en la cara para pensar y en ese momento la crupier (que debí­a estar mirando para otro lado) me quita las cartas porque piensa que he foldeado. Instantáneamente, el otro jugador enseña 34 o algo así­. Yo me quedo alucinado y le digo a la crupier «¡Pero si no he foldeado!«. Chelo a mi lado le dice a la crupier lo mismo pero el otro jugador ha enseñado su mano y hay que llamar al director. Le explico lo que ha pasado y declara la mano para el otro jugador aduciendo que yo tengo el deber de proteger mi mano con algo (un ficha por ejemplo) para declarar que estoy en el juego. Lo acepto sin rechistar. Así­ se aprende, pero realmente iba a pagarle y me cojo un pequeño cabreo.

En la siguiente mano estoy en SB. Pakito López sube en UTG, todos se tiran y yo en medio de mi cabreo, con muy pocos puntos detrás, y el siguiente tramo de premios aún lejos, digo «Pues voy a pagar sin mirar las cartas«. Realmente me quedan muy pocas fichas, es casi legí­timo pagar con lo que sea y si miro las cartas todaví­a me van a entrar dudas, así­ que hago el call a ciegas. Pakito muestra KQ. Yo tengo 7Ts. 60/40. No está tan mal después de todo. La mesa me regala una escalera y salvo el match-ball con fortuna.

Tras esto, en las dos siguientes manos en las que tengo que pararme a pensar para tomar una decisión, Pakito pide tiempo en la mesa. La segunda vez que ocurre eso pienso que se ha cabreado conmigo y para suavizar las cosas le digo «Pakito, siento la mano de antes… pero es que veo que estás pidiendo tiempo cada vez que tengo que pensar y creo que te has mosqueado conmigo. Lo siento«. Chelo, que está en medio de ambos, me dice que también le ha pedido el tiempo a otro jugador y yo le digo «Venga; no pasa nada«. Entonces en la siguiente mano estoy en el botón. Chelo SB y Pakito BB. Levanto las cartas y tengo 10-10. Pongo la ficha encima de la mano (ya he aprendido eso) y sorprendentemente Pakito me dice «Te voy a envidar sin ver las cartas. Si subes, envido«. í‰l tiene muchas fichas pero yo estoy sobre las 150k. Me quedo mirando sin entender muy bien (como creo que el resto de la mesa) y digo «Pues voy a subir algo estándar; x3 por ejemplo«. Meto 60.000 fichas y Pakito lanza su ficha de matador a la mesa. Instacall por mi parte. Pakito levanta sus cartas y tiene 6-3. Aunque el turn le da un proyecto de escalera abierta, esta no se completa y me llevo un bote bastante importante. Pakito ha tenido un momento de ofuscación y echa por tierra un torneo en el que estaba bastante bien situado. En ese momento se produce la pausa para la cena y me quedo bastante alucinado con lo que ha pasado. Pero… en fin, supongo que estas cosas ocurren. Tras la cena, la eliminación de Pakito no tardó en llegar y nos saludamos cordialmente cuando abandonó en torneo.

En la reanudación estábamos en el tramo de premios del 25 al 16 o algo así­. En unas cuantas vueltas no tuve ni una mano decente; pero ni algo remotamente parecido a decente y los antes y ciegas desangraban. Finalmente, en una mano foldeada hasta mí­, envido desde el botón con A2s para encontrarme con JJ de Chelo Navarro a mi lado. El flop trae una tercera jota para evitar la incertidumbre y salgo eliminado en la 16º posición con un premio de 1.650€ en mi primera participación en un CEP. Me voy contentí­simo.

Después llegó el intento de pacto entre los quince jugadores al que se negó Alex Stevic. Según me han contado, una mesa decidió hacer check-fold en todas las manos hasta que el director les amenazó con expulsarles a todos del torneo, momento en el que decidieron que era mejor continuar jugando. El pacto final fue a tres y Rodrigo Martí­n -un jugador muy serio, como pude comprobar el tiempo que compartimos mesa- se quedó con el tí­tulo, con Álvaro Marino Drácula y Alex Stevic en la foto final.

Por mi parte me llevo un gran recuerdo de este torneo donde además hay que felicitar a la organización que supo sacar adelante y con nota una papeleta complicada. Ni siquiera en el EPT hay tantos jugadores en las mesas como se vio en el primer dí­a del CEP y todo funcionó a la perfección. Es evidente que la estructura se volvió complicada pero es materialmente imposible organizar un torneo de dos dí­as y 400 jugadores de otro modo. Quizás EuroSuperPoker tenga que plantearse aumentar a tres dí­as alguno de los torneos cuando las previsiones de participación así­ lo requieran, aunque este solución (muy del agrado de muchos jugadores) tiene también sus inconvenientes y la participación probablemente se resentirí­a. La próxima parada en Badajoz servirá para tomar la temperatura al número de inscripciones en los torneos «pequeños» del CEP. La cuarta parada en la nueva poker room del Casino Gran Madrid, a finales de abril, marcará otro punto de inflexión en este temporada del Campeonato de España de Poker. El boom está ocurriendo -aunque tampoco echen las campanas al vuelo, piano, piano si va lontano que dicen los italianos- y el CEP es uno de los primeros beneficiados. Mis felicitaciones a EuroSuperPoker y al Casino de Barcelona.

Creo que nos veremos en Madrid.

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