Su mano palpaba mis huevos. Contuve la respiración durante un instante, quedando mi mente en blanco ante la que sería la última sorpresa del viaje. Parecía que intentara averiguar el peso…
Sí, nunca imaginé que me tocaran los huevos en Tánger, pero así fue.
Sus manos se deslizaban desde el pecho hacia abajo. Me hizo pensar el motivo por el cual siempre empezaban el recorrido por el mismo sitio, pero no supe valorarlo.
Profundizó en los sobacos y bajó por la cintura y estómago. Tras la sorpresa genital y el sobeo por los muslos pensé que habría terminado… pero no, volvió a subir hacía arriba y su mano se detuvo con delicadeza, de nuevo, en el mismo sitio.
Cuando terminó me desplacé hacía la siguiente cola con mi vista hacia atrás. Necesitaba saber si lo mío había sido una excepción, una casualidad, o si era lo que debía ser, una práctica habitual.
Willy, el de Raise your Bet, era el siguiente…
Bueno, bueno, buenoooooo …..
Esa imagen, del pobre de Willy, no la olvidaré jamás. Pero es que se puso hasta de puntillas ¡!! Cuando el moro ralentizó sus movimientos, en la zona genital de Willy, éste abrió los ojos tanto que hasta se le veía el iris :_)
Y volvió a repetir la pose cuando las manos morunas volvieron de sus muslos a buscar el tesoro escondido.
Y así fue sucediendo con todos, incluido Fersán, que puso cara de poker, o con Sergio Moral, y un largo etc de jugadores.
El registro en el arco paralelo fue más liviano, por allí pasaron Anna Sánchez y el Chapas, claro que a estos no les faltaría sexo en Tánger, así que no necesitaban más.
Están casados.
Entre ellos quiero decir.
Y es que pasar por la aduana del aeropuerto de Tánger fue toda una experiencia. Y si la nuestra puede calificarse de pasiva, no fue así la de Santi Torres.
Y es que el bueno de Santi está en un momento crecido. Se ha enamorado y ha roto el dicho de que «amor y suerte son incompatibles» ganando las FTs de Madrid y llevándose 60k. Lo peor de todo es que ahora ya no podemos decirle aquello de que habla mucho y juega poco, ¿o sí?
Y como estaba enamorado, o eso afirma, se comprometió a casarse si ganaba las Full Tilt. Y casarse lo veremos o no, pero, si antes iba siempre sonriendo, ahora está contento aunque le cabeceen la boca, y no se le ocurrió otra cosa que…
En un país como Marruecos darle un beso de tornillo a su novia. En medio del aeropuerto, no sé si antes de que el moro le palpara o después, pero el revuelo que se armó y los reproches del guardia fueron mayúsculos.
Bueno, vayamos al poker. ¿O seguimos con el salseo?
Salseo, claro…, no sé para qué pregunto…
Si quieres un taxi en Tánger, hay de dos tipos. Grandes y pequeños. Los grandes son como mercedes usados, muy usados. Cuestan entre 3 y 5 euros el recorrido, depende de si quieres regatear el precio, no del recorrido. Los pequeños son como pandas que no pasarían una ITV en crisis, su precio oscila entre 1 y 3 euros, y también depende de lo mismo.
Si optas por ir al zoco, aquí debes decidir si al zoco grande o al pequeño, el propio taxista se ofrece para llamar a un guía que te costará 1-2 euros por 2-3 horas. Es recomendable, aunque no imprescindible porque durante el paseo por el zoco te aparecen guías por todas partes. Sus ingresos, vía comisiones de tiendas, irán parejos a tus gastos. A cambio podrás pasear con mayor tranquilidad.
- La plaza antes de entrar en el zoco, parecemos felices.
- Vista panorámica desde lo más alto de la muralla, bonito y barato que dirían los lugareños.
- Y otra vista desde el ático de una de las tiendas. Poco antes de que inviten al té y compres una alfombra que no necesitas…
Si ya conoces algún zoco es mejor evitarlos y buscar otras alternativas. Son todos iguales y perderás la tarde regateando unos euros que no te compensarán el tiempo dedicado. No se te ocurra aceptar que te inviten a tomar un té delicioso porque acabarás comprando una alfombra que no necesitas o una guitarra que no sabes tocar.
Nunca sabrás cual es el mejor precio, ellos son los expertos y túno. El regateo mayor lo tuve con un cofre cuyo precio de partida, y ya de oferta con un 50% de descuento, era de 370 euros y mi disposición a pagar sólo 100 me retuvo 30 minutos de regateos. Los 370 bajaron a unos 170 ya inamovibles y decidí no comprar. Dos horas después encontré al dueño buscándome por el zoco y aceptando mi propuesta que ya no me interesaba ni a mí.
- Una de las callejuelas del zoco, algo claustrofóbica.
- El interior de una tienda, fijaros en la foto que tienen colgada.
- Muestra de las cosas inservibles que compré. Podría enumerarlas, pero me da vergí¼enza :_) La alfombra también, y ha terminado siendo de mi mascota Fox. El papelito es el manual de instrucciones del herbolario.
Los hoteles en estas zonas tienen siempre una o dos estrellas regaladas y este 5* no iba a ser una excepción. Hubo dos cosas que me llamaron la atención, la primera el bidet. Sí, el bidet. Para utilizarlo tenías que ser de goma y buscar las posturas más retorcidas para su uso. La segunda fue la seguridad en la puerta del hotel. Siempre había dos y hasta tres mastodontes custodiándola. Nos sentimos seguros sin duda.
Y lo peor fue el cambio de hotel, a última hora, debido a que funcionarios del país lo necesitaron de repente para un congreso. Ay, estos políticos…
Si se te ocurre comprar en alguna tienda, agua, cerveza, galletas, su precio será europeo como mínimo, y es inútil que intentes averiguar si a los locales les cobran menos, el doble precio se impone. Lo bueno es que por 1-2 euros te llevan las bolsas hasta el hotel. Matizo, hasta la puerta. Porque dentro no les dejan entrar.
El restaurante más visitado fue el recomendado por los anfitriones, Tsunami y Pakito, y cuyo nombre me resulta imposible deletrear. La comida estuvo bien, tanto los platos sencillos como unos más que destacables carabineros. Guardia de seguridad en la puerta, cocina visible y atención esmerada.
Como curiosidad la mantelería, que era de papel, pero de papel cuartilla, pequeño, así que para mantelear una mesa para diez personas gastaban unos 30 mantelitos. No me preguntes como eran las servilletas, imagínalo.
Pero como todo aquí en Tánger, también habría sorpresa…
Y esta se hizo realidad cuando mi hermano acudió al lavabo y allí se encontró con el mismo camarero que nos acababa de servir la mesa. No pretendo hacer una discriminación, pienso que los camareros también tienen derecho a entrar en los lavabos de restaurantes, pero…
¿Para lavarse los pies?
No quiero pensar si se los secó con las toallas de mano, no.
No.
NO ¡!
Pizu, Sergio, Helena, Fersan, Ivana, Grischuk…
Entre 10 y 25 euros se puede comer bastante bien, siempre sin vino ni alcohol. Los manteles los retiran para el café.
Sin ninguna duda el casino fue la mejor sorpresa. Ya desde la misma puerta de entrada, con dos guardias de seguridad que nos recibían y despedían siempre sonrientes y con comentarios amables y cachondos. En recepción nunca nos piden el pasaporte, así que entramos directamente a la sala de juego, y una vez allí todo sigue siendo positivo. El personal, siempre atento y simpático, ellas sin velo y guapísimas, con minifaldas, nada que ver con el exterior donde nunca veíamos mujeres. Ni perros…
Tienen servicio de transporte gratuito con cochazo.
Hay un buffet donde cenar, y puedes repetir cuando quieras, volver y probar aquel postre que no te atreviste, o aquel plato que alguien te recomendó. Es gratis y la comida muy buena. Aquí sí que hay vino.
Si te sientas en cualquier mesa de juego y pides un cigarrillo al croupier, te traen y regalan un paquete enterito y si necesitas fuego tendrás tu mechero del casino.
¿Y si quieres beber?… pues sí, era verdad aquello que leíste, tienes barra libre J
¿Alguna laguna? Sí, la hubo. No había suficientes fichas para un torneo internacional de poker. Algunos jugadores se quedaron fuera por ese motivo. Se consolaron en la barra hasta que se les olvidó. Fue el punto oscuro. Lo de las fichas, claro.
Otra de las sorpresas es que Amatos perdió al Omaha, increíble, sí.
El seguimiento del torneo lo realizó Myre Fenoy con ayuda de su novio, Santi Torres que pasó desapercibido ante la magia de esta mujer. No sabemos que le habrá visto. Me refiero ella a él, por supuesto.
Myre Fenoy realizó un buen seguimiento del torneo. Una belleza con sonrisa impecable.
Ya no me queda espacio para hablar del torneo, que fue un exitazo, en una cita donde no faltó casi nadie del mejor poker español. Oscar «La Púa» Blanco se impuso en la mesa final demostrando su clase y buen juego.
Hizo honor en la mesa a su mirada de killer. De niño bueno nada ¡!
Personalmente dejaré para el próximo año la visita a las cuevas de Hércules, paseos por la playa, acceder al hotel que debimos tener (el del casino), y probar restaurantes mejores.
Ah, y llevar calzones de esparto…
Si no has leído «El secreto» o «Amor y póquer» deberías pinchar en este enlace y hacerlo, porque sino… sólo quedarás tú.