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Jason Mercier se ha propuesto ser el nuevo Phil Ivey

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Las comparaciones suelen ser odiosas, pero es complicado abstenerse de señalar las más obvias. Lo tengo que decir. Cuanto más leo de las últimas andanzas de Jason Mercier, más me recuerda a Phil Ivey.

No es solo que Phil Hellmuth le nombre como uno de los poquí­simos jugadores de la nueva generación capaz de defenderse aceptablemente en el cerrado y exigente cí­rculo de las high stakes de Las Vegas, donde las partidas suelen rotar un mí­nimo de ocho o diez formatos y todos llevan años estudiándose unos a otros. Es todo, como está en boca de todo el mundo a la hora de señalar favoritos en un torneo, como se le ve de tranquilo en la mesa…

Cuando más se exacerba ese deja vu que hace pensar en «No Home Jerome» es precisamente en este mes y medio en el que el casino Rio y las WSOP se convierten en el agujero negro que se encuentra en el centro de la galaxia pokerí­stica, atrayendo hacia sí­ a todos los grinders del mundo.

A Phil Ivey siempre le costó una barbaridad tener que dejar de jugar en las mejores partidas de cash que se ven en Las Vegas en todo el año para jugar los torneos de las WSOP. No porque no le gusten, que le gustan, sino por la escasa recompensa que puede esperar al final de tres o cuatro largos dí­as de juego cuando un flip decide que no vas a hacer mesa final.

Ivey tení­a un remedio para eso: las prop bets. Me atreverí­a a asegurar que cada uno de sus diez brazaletes ha tenido premio extra, proveniente de las apuestas cruzadas con otros clásicos de este tipo de gambleo, como Daniel Negreanu. Ivey ha apostado sobre el número de brazaletes que ganarí­a en un año, sobre la posibilidad de ganar dos brazaletes en un plazo de tres años, sobre quién ganarí­a más brazaletes en un mismo periodo de tiempo… Imagina una apuesta sobre brazaletes. Seguro que Phil Ivey la ha hecho.

Pues Jason Mercier está siguiendo el ejemplo de Ivey al dedillo. A Mercier le dan mucha pereza los torneos multitudinarios, de bajo buy-in, y hasta el momento preferí­a centrarse en un evento hasta su finalización antes de registrarse en otro que podrí­a solaparse con el que estaba en curso. Este año le ha contado a Remko Rinkema que está estudiando como utilizar los descansos de un torneo para ganar suficientes fichas en otro que le mantengan vivo mientras multitablea en vivo. Y todo debido a las prop bets.

Mercier estaba en Bahamas cuando Vanessa Selbst le propuso la ya famosa apuesta de los 2.000.000$ a Dmitry Urbanowicz, en medio de una farra en la que el alcohol habí­a hecho estrgos.. Si el polaco gana tres brazaletes se llevará el pastizal, y solo arriesga 10.000$. Jason se enteró de las condiciones y estuvo persiguiendo a Vanessa intentando que le aceptara una apuesta similar. Selbst estaba encantada de coger el dinero de Mercier, pero le rebajó un poco las odds, 180 a 1.

Luego, Mercier se buscó varias apuestas con una lí­nea de 20 a 1 que cobrarí­a en caso de ganar dos brazaletes. Por último, con el comienzo de las Series, Jason está dispuesto a demostrar a cualquiera que está dispuesto a tocar oro este verano. Incluso a desconocidos, si consiguen arreglar un depósito.

Su remedo de Ivey no serí­a perfecto si no abriera un último frente de apuestas en las redes sociales. Está muy de moda el cara a cara, las apuestas personales sobre quién es capaz de ganar más brazaletes de las WSOP y Jason quiere cubrir también ese frente.

Mucha gente pone fronteras a la hora de hacer estas apuestas, pues hay jugadores con los que no se atreven -el propio Mercier habla de limitar acción a ciertas personas, pero no se niega a aceptar a nadie-. Ahí­ sí­ que Mercier me recuerda sin duda alguna a Phil. Porque igual que pasaba con Ivey, al que excluye casi todo el mundo es a Jason Mercier.

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