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James Obst deja el poker, ¡para jugar en Wimbledon!

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Hace menos de una semana, James Obst, un renombrado jugador australiano de torneos, se encontraba afrontando el dí­a 7 del Main Event de las WSOP 2018.

Era la redención tras unas malas Series para él, con solo cinco cajas y una mesa final. Muy poco bagaje para la cantidad de horas que le ha echado a las mesas -y para el dinero que ha dejado en el cajero del Rio-, acostumbrado como está a triunfar en el poker online.

Obst, o mas bien su alter ego virtual «Andy McLEOD», es uno del puñado de jugadores que han obtenido el Triple COOP, ganar un torneo en cada uno de los tres festivales principales de Pokerstars. En las WSOP 2016 ganó su mayor premio en vivo, al caer poco antes de la burbuja de la mesa final del Main Event, y el año pasado logró ganar su primer brazalete. Pero este año no estaban cuadrando las cifras.

Sin embargo, era muy importante para él sacarle el mayor rendimeinto emocional a este festival, pues se guardaba un secreto casi inconfesable. Tení­a decidido que estas WSOP iban a ser su despedida del poker.

A pesar de ser eliminado en el puesto 46º, para Obst su último torneo le supo a triunfo. El Main Event le ofreció todo lo que esperaba de sus últimas manos de poker. Se lo confesó a sus seguidores en las redes sociales, en la misma carta en que anunció que deja el poker para emprender una carrera completamente distinta….

Tenista profesional.

«Un deep run en el Main Event te mete ideas raras en la cabeza.

Es una experiencia surrealista sentir tanto amor, no tan solo por parte de tus amigos, sino de un ámbito más amplio, de toda la comunidad.

Yo ya sabí­a más o menos que este iba a ser el último festival durante un largo periodo de tiempo en el que iba a jugar tanto volumen, así­ que me propuse disfrutar lo más posible. A pesar de los decepcionantes resultados, ha sido una experiencia muy agradable y enriquecedora. Tanto que me ha hecho arrepentirme de no haberme integrado más con la comunidad previamente. Ha sido un largo viaje el que ma ha traí­do hasta aquí­; en mis primeros viajes a las WSOP estaba en tan mal estado de salud, me sentí­a tan ansioso, que simplemente podí­a verlo como una cuestión de superviviencia, una pelea a muerte.

Nunca habí­a cencebido la posibilidad de compartir esto en público, pero después de sentir semejante apoyo e interés en este último par de dí­as, me he dado cuenta de que si desaparecí­a del circuito iba a haber bastante gente que querrí­a saber por qué, y no hay razón para no compartirlo. Mi sueño siempre ha sido ser tenista profesional, y jugar en Wimbledon. A pesar del miserable historial de problemas de salud que arrastro desde los 16 años, siempre creí­ que algún dí­a lo conseguirí­a, como lo sigo creyendo hoy de todo corazón. Ahora que por fin he superado la mayorí­a de mis impedimentos, es hora de comprometerme en serio.

Todaví­a me queda un largo trecho en el plano fí­sico, y este sueño no puede convivir con el tiempo que requiere jugar al poker. El aspecto más potente de mi transformación, es que si al final se comprueba que era un iluso y nunca llego a acercarme siquiera a conseguirlo, no me importa que la gente lo sepa y lo vea. Seguirá siendo algo provechoso, y lo que opine la gente ya no es prioritario para mí­.

…Prioriza tu salud, y nunca te conformes con menos que la vida con la que siempre has soñado…»

El historial médico de Obst y la pasiónque siente por el tenis tienen una extraña relación.

Siendo muy joven, Obst contrajo una extraña infección durante un vuelo transoceánico. Se le compicó con un una enfermedad autoinmune que le afectó al tracto intestinal.

A raí­z de la inflamación en el intestino, tuvo que someterse a varias intervenciones quirúrgicas. Normalmente, la recuperación deberí­a haber sido rápida, una semana a lo sumo, pero cada vez que pasaba por quirófano Obst acababa ingresado durante un perido de no menos de mes y medio. Sus médicos llegaron a sospechar que fingí­a dolor para que le administrarann morfina, droga que aún por encima le provocó un desagradable sí­ndrome de abstinencia.

El australiano, ya profesional del poker, no supo adquirir hábitos de vida saludables que le ayudaran a superar las consecuencias de la enfermedad. Su peso llegó a bajar a 52 kg, y durante años ningún médico ni ningún nutricionista consiguió ayudarle a mejorar su salud.

Eligió el golf y el tenis para hacer deporte. Entrenaba varias veces a la semana y acabó enamorado de la raqueta. Pero al jugar partidos completos se quedaba sin resuello. Este nuevo problema se derivaba de una diabetes tipo 1 que tení­a sin diagnosticar. Eso terminó por destruir la poca confianza que le quedaba en los profesionales de la salud. En los últimos años, se ha entregado a la medicina alternativa, y dice haber descubierto gracias a estos sanadores que mucha culpa de la imposibilidad de mejorar su salud la tení­a un envenennamiento por mercurio.

Por eso no se ha podido dedicar a perseguir su sueño de jugar en la Rod Laver Arena hasta la avanzada edad, para un deportista profesional, de 28 años.

El desafortunadí­simo historial médico de James, su reservada personalidad en público y su reciente rendición a las medicinas llamadas alternativas hacen muy complicado pensar que esto sea una elaborada broma o un troleo, por aparente que parezca.

Mas parece una demostración de la inmensa autoconfianza que se requiere para ser un triunfador en una actividad tan competitiva como el poker, unido al subidón totalmente comprensible de verse por fin libre de los impedimentos fí­sicos que han lastrado su juventud. Por no entrar a calibrar todo lo que se ha tenido que comer la cabeza -y todo lo que le han tenido que meter en ella- durante este largo periplo entre médicos y sanadores.

De todos modos, ojalá tenga éxito.

Serí­a la leche.