El casino Bally’s de Las Vegas ha sido renombrado Horseshoe, completando el retorno de las World Series of Poker al Strip, primero, y ahora también a su sede original.

El complejo ha recibido un lavado de cara para acomodar su apariencia a la del mítico negocio regentado por la familia Binion, donde empezaron a jugarse las WSOP allá por los años 70 del pasado siglo. La herradura dorada, símbolo del Horseshoe, es omnipresente en el nuevo diseño, y el póker tendrá su refugio permanente en el casino en la nueva Hall of Fame Poker Room, que con el tiempo se irá convirtiendo en el lugar de peregrinaje para honrar a los miembros del Hall of Fame y a todos los ex-campeones del Main Event.

Jack Effel, director del afamado festival, empezó su carrera profesional en el Horseshoe. En una entrevista a Pokernews, ha recalcado que se ha puesto mucho esfuerzo en que la vuelta a casa no se quede en un simple cambio de marca.

«Hay varios proyectos en marcha para que la propiedad acabe teniendo un look más  cercano si cabe al antiguo Horseshoe. Volver a juntar las WSOP y el Horseshoe tiene un gran valor sentimental e histórico para nosotros«.

Los jugadores van a notar algunos cambios en el festival, más allá de la estética. La lección más importante que ha brindado el retorno de las WSOP al Strip es el mejor aprovechamiento de las zonas de juego de las que se dispone en el Horseshoe y en el Paris.

«Nada demasiado drástico, pero queremos cambiar un poco el flujo de público. El objetivo es que la gente se vea obligada a trasladarse en medio de un torneo en menos ocasiones, para mejorar la experiencia«.

Las líneas maestras de las WSOP 2023 ya están dibujadas. Como recalca Effel, «sabemos que eventos como el Main Event, el Ladies o el Seniors son muy importantes para la gente que planea una visita anual centrada en ellos y por eso adelantamos esta información«. Como aconseja la página oficial, «los jugadores y los aficionados pueden ya acomodar sus agendas, e incluso reservar una estancia para sus seres queridos a modo de regalo navideño«.

Las fechas que se han adelantado son las del Main Event, que mantiene los cuatro días iniciales que la demanda forzó a implementar el año pasado y, por tanto, dará inicio en la víspera de la festividad nacional del 4 de julio; los torneos restringidos a Ladies y Seniors, los multitudinarios eventos temáticos dirigidos al público del fin de semana (Colossus, Monster Stack, Millionaire Maker, Lucky 7s, el nuevo Ultra Stack o The Closer) y un par o tres de novedades para ponerle pimienta al anuncio.

Ya no hay necesidad de que el gran torneo de bienvenida haga referencia a los duros tiempos de la pandemia o al cambio de sede, así que Caesars ha querido buscar un formato con más permanencia en el tiempo que The Reunion o el evento Housewarming que abrieron las últimas dos ediciones.

Se han decantado por la modalidad más en auge, el de los bountys misteriosos, así que este año las WSOP abrirán sus puertas con los Mystery Millions, un torneo de 1.000$ de buy-in en el que cualquier jugador que elimine a un rival e partir de cierto momento del torneo tendrá opción de sacar del cofre una tarjeta por valor de un millón de dólares.

Otra notable adición dirigida al público más numeroso es el torneo más barato jamás programado en el festival. Por 300$, los asistentes al Gladiators of Poker podrán formar parte de un intento de récord de participación que viene aderezado con un garantizado de 3.000.000$.

La próxima edición de las WSOP tiene dos grandes hitos a los que aspirar: alcanzar los 200.000 registros a lo largo de todos sus eventos, para lo que tendrían que sumar apenas 2.500 más al resultado del año pasado, y con ese impulso superar los 350.000.000$ en bolsas de premios.