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El inversor mayoritario de William Hill expone su total rechazo a la fusión con Amaya

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El sector del juego online está inmerso en una fiebre de fusiones y amalgamas que está cambiando totalmente la cara de la industria. La más llamativa para los jugadores de poker es cualquiera que incluya un cambio de dueños para PokerStars, la mayor sala de poker online del mundo, en manos de la compañí­a canadiense Amaya.

En las últimas semanas se ha sabido que una oferta de compra por Amaya que coló su anterior director ejecutivo y fundador David Baazov en medio del proceso por el que se desvinculaba de la empresa abrió la puerta a estudiar otras posibles transacciones, como la posible recompra por parte de los Scheinberg o las avanzadas negociaciones establecidas con William Hill de cara a una fusión entre los dos gigantes del juego.

La exploración de un futuro común entre William Hill y Amaya ha tenido un seguimiento importante en los medios británicos. William Hill es la compañí­a más potente del sector de las apuestas deportivas, y es lógico que genere portadas en la prensa financiera y en las páginas de Economí­a de las islas.

El anuncio oficial de las negociaciones daba a entender un entendimiento entre las partes. Algún tabloide llegó a estimar que la fusión estaba hecha y se iba a producir en el plazo de unas pocas semanas, pero han surgido voces muy ásperas desde el seno de la firma británica que muestran indicios de una resistencia muy agresiva al acuerdo por parte de terceros con mucho peso en la estructura de la compañí­a.

En concreto, el fondo Parvus Management, que posee unos productos financieros derivados convertibles en más del 14% de las acciones de la compañí­a, ha hecho pública una carta especialmente dura en la que se muestra radicalmente en contra de la unión entre empresas.

Los responsables de Parvus empiezan la regañina asegurando estar profundamente preocupados por la posible unión con Amaya, una operación con una «lógica estratégica limitada».

«Animamos a la junta directiva y a los gestores a dejar de perder el valioso tiempo y los recursos de sus accionistas persiguiendo este acuerdo destructor del valor de la compañí­a».

Hacerse con Amaya equivale a hacerse cargo de sus 2.800 millones de libras de deuda, la parte aún no amortizada de la compra del Rational Group. Según Parvus, la falta de lógica de esta operación se ve claramente si se compara con la oferta de compra que le rechazaron a 888 y al Rank Group hace dos meses, que era de unos 3.400 millones.

«La junta deberí­a dedicarse a buscar el mayor valor para los propietarios de William Hill, en vez de para los accionistas de Amaya. Eso incluye explorar todas las opciones disponibles, incluida al venta de la empresa.

En cambio, ni siquiera tuvo en cuenta la oferta realizada por 888 y el Rank Group. La junta deberá explicar por qué utiliza este doble rasero».

El máximo responsable de Parvus, el danés Mads Eg Gensmann, declaró a Reuters que hacerse con la deuda de Amaya es pagar un producto sobrevalorado -por la fuerza del dólar canadiense- con una moneda infravalorada, ya que la libra sigue cayendo en picado tras el voto a favor de abandonar la Unión Europea. «A la junta no le deberí­a llevar ni cinco minutos darse cuenta que este acuerdo no pasa la prueba del olfato».

Además, Parvus coincide con la falta de confianza en referencia al poker online que se ha enquistado en la industria del juego.

«El poker es el segmento con menor atractivo del sector del juego online, y una alianza con Amaya debilitarí­a la posición estratégica de William Hill a largo plazo».

Para más inri, las directivas de William Hill y Amaya están en situación precaria. Las negociaciones por parte de Amaya las lleva una comisión gestora, nombrada durante el tiempo en que la cúpula directiva estaba desmantelada por la renuncia de Baazov. En William Hil, los puestos de responsabilidad también están cosidos con hilvanes, su CEO es interino y aún andan en busca de un director financiero.

Esta situación ha permitido que un antiguo director financiero de William Hill Ralph Topping meta también el dedo en la llaga, después de declarar su completo apoyo a las tesis de Parvus.

«Cuando se anunció este acuerdo, me quedé perplejo. Las dos partes tienen mucho que arreglar en su propia casa. El futuro de William Hill me provoca mucha ansiedad».

Para William Hill, una opción serí­a olvidarse del asunto. De este y del resto de posibilidades que ofrece hoy en dí­a el sector, y dedicar los próximos meses a definir quién tomará las riendas de la compañí­a y cuál será la estrategia a corto y medio plazo de la empresa. Pero muchos piensan que serí­a un error no reaccionar a la fusión de Betfair y Paddy Power, sus máximos competidores, que han presentado muy buenas cifras este pasado verano.

¿Pesará más el miedo a perder terreno frente a la competencia o el riesgo de resquebrajamiento interno en William Hill?