Las high stakes de Las Vegas lloran la muerte de Layne Flack, a los 52 años de edad
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Las high stakes de Las Vegas lloran la muerte de Layne Flack, a los 52 años de edad

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Las high stakes de Las Vegas lloran la muerte de Layne Flack, a los 52 años de edad

Layne Flack ha fallecido a los 52 años de edad, durante el sueño, sin evidencia todaví­a de cuál pudiera ser la causa del deceso

La memoria colectiva sobre el boom del póker se gestó sobre la base de la televisión y los grandes equipos de profesionales reclutados por Pokerstars y Full Tilt Poker en aquella época. Por alguna razón, que pronto abordaremos, Layne Flack se quedó fuera de la fotografí­a de esa época dorada de la industria cuando todo apuntaba a que podrí­a haber sido uno de los más brillantes y recordados de toda aquella generación.

El póker formó parte de la vida de Flack desde muy temprano. En los años 90, actuaba de crupier en una pequeña poker room de Montana, que él mismo gestionaba. Lo que realmente apasionaba a Layne era lo que sucedí­a al otro lado de la mesa, y en 1996, Huck Seed le animó a mudarse a Reno para perseguir la carrrera de jugador profesional de póker.

Flack se situó en la mejor posición de salida en la carrera por la fama que dio inicio con el boom del póker. Le llamaban «Back to back» Flack, porque ganó dos paralelos seguidos en el Legends of Poker de 1999, pero él hizo sobrevivir el apodo ganando dos brazaletes de las WSOP en 2002 y otros dos en 2003, la edición del famoso Main Event de Moneymaker.

Todos los que le conocí­an atesoran en su recuerdo algún momento divertido vivido con él, pues, según cuentan, era de esas personas que iluminan la habitación con su personalidad y su simpatí­a. Entonces, ¿por qué no fue un fijo en los programas de televisión que cimentaron la ´peoca dorada del póker? ¿Qué le apartó del estrellato, si se le adivinaban tantas capacidades para el entretenimiento?

La respuesta no es agradable, y aunque era tristemente evidente para quienes le rodeaban, él mismo lo reconoció sin ambages en un libro autobiográfico.

«Estaba disfrutando de un gran éxito en las mesas en 2002 y 2003, pero el estilo de vida que llevaba me estaba afectando rápidamente.

En 2004, las cosas empezaron a ir realmente cuesta abajo. Viví­a en un apartamento de una habitación con mi novia, Paulette. No podí­a pagar el alquiler. No comí­a. Las drogas casi me habí­an consumido«.

Mucha gente intentó echarle una mano. Johnny Chan, Daniel Negreanu o Jennifer Harman le bancaron en diversas ocasiones, y han sido de los primeros en lamentar la noticia.

Flack nunca llegó a corroborar el nivel galáctico que se le adivinaba a principios de siglo, pero al menos tuvo una despedida del circuito acorde a su leyenda cuando ganó su sexto brazalete en 2008, obteniendo el mejor premio de su carrera, 577.725$.

Matusow, que compartí­a con él muchos de los mismos fantasmas del pasado, ha recordado cómo, hablando por teléfono con él la semana pasada, Flack le comentaba lo mucho que habí­a conseguido cambiar su vida.

Al fin y al cabo, el póker seguí­a siendo su medio para ganarse la vida, en las partidas de cash, y también habí­a seguido visitando el Rio con regularidad monacal para su amadas WSOP cada año. Sin la repercusión de antaño, pero en un ambiente completamente distinto y más sano, aunque es inevitable pensar que los excesos de su juventud han pasado una factura exorbitada y tardí­a cuando ya todos pensaban que las deudas estaban saldadas.

Flack tení­a un montón de historias de póker almacenadas en su memoria. Contó algunas de las más increí­bles en un podcast grabado en 2019 con la gente de Cardplayer, sobre sus partidas en la casa de Larry Flint o cuando la mafia le quiso colar infiltrado en las partidas privadas de Michael Jordan, pero el periodista David Letterman reventó su tapadera.

Pues eso. Quién mejor que Layne Flack para hablar de Layne Flack. D.E.P.

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