Situación:
En un torneo de carácter mensual (3 días de duración) en un casino nacional, el director de torneo está llevando a cabo el equilibrado de mesas normal. En uno de los cambios de mesa, el jugador al que selecciona para llevarse a otra mesa le dice: «No me puedes llevar a esa mesa. En ella está sentado un tío que me debe mucho dinero y como nos pongas juntos vamos a acabar peleándonos».
¿Cómo procederías? ¿Le harías caso al jugador para evitar una hipotética pelea o ignorarías su petición para preservar el orden natural del equilibrado de mesas? ¿Cuál sería la alternativa en el supuesto de hacerle caso?
David Cámara
Es una situación excepcional y como tal debe tratarse. Antes de todo debemos intentar asegurarnos, con la dificultad que esto entraña, que la situación que puede producirse es real y no se trata de una mera argucia del jugador en cuestión para no ser cambiado de mesa. Una conversación con los protagonistas debería poner fin al dilema y hacer posible el cambio de mesa permitiendo el normal desarrollo de la competición. Si no obtenemos éxito en la mediación, medidas extraordinarias para ese momento concreto del torneo podrían aplicarse.
Según las reglas internacionales de póker de la FIDPA los responsables de la organización y hospedaje del evento deben ser a su vez responsables de mantener un entorno tranquilo para todos los empleados y clientes aunque no son responsables de la conducta en particular de ningún jugador. No será nunca permitido ataques verbales o físicos a ningún jugador o empleado, uso de lenguaje no adecuado de una manera abusiva y crear problemas por discutir, gritar o hacer excesivo ruido.
Partiendo de esa base y que todo ello podría suceder de llevar a cabo el traslado de mesa, el director de torneo tiene bajo circunstancias inusuales claras (como las que nos ocupa), la potestad de dictar decisiones por el interés del juego limpio y la seguridad del evento y ellas tendrán prioridad sobre las reglas técnicas. La decisión del director del torneo es final e irrebatible. Cuando se produce una situación que no está cubierta de manera precisa por las reglas, el director tendrá la autoridad de emitir juicio, incluso de castigar si fuera necesario de acuerdo con el mejor interés del torneo y el mantenimiento de su integridad y confianza pública.
Es por ello, que sí ante una posibilidad clara de que una acción técnicamente reglamentaria como el correcto equilibrado de mesas haga probable en un alto porcentaje unos futuros actos que alteren el evento, evitarlos es responsabilidad del director del torneo y queda a su criterio la decisión final.
Hay que tener en cuenta, eso sí, que aunque evitando con una decisión salomónica la situación evitaremos el problema momentáneamente, la situación no estará del todo resuelta ya que ambos jugadores podrían coincidir en una hipotética mesa final donde la decisión/es anteriores del director ya no tendría continuidad en su efecto. Es entonces cuando si tras un nuevo análisis de la situación más sosegadamente y una conversación con los protagonistas no se resuelve finalmente el problema, por el bien del desarrollo de la competición y para asegurar la continuidad de la misma, podría derivar en la retirada de fichas y eliminación del torneo del jugador que se niegue a compartir mesa. Llegado a ese punto, las circunstancias particulares de cada persona de ninguna manera pueden influir de una forma tan directa en el desarrollo y correcta finalización del evento.
Cesar Garrido
Cuando un jugador se inscribe a un torneo acepta de forma implícita que cualquiera puede ser su rival y en cualquier momento del torneo. Así, no puede ni debe haber excepciones durante el transcurso de la misma, ya que por esa misma regla de 3 un jugador podría evitar al «coco» del torneo.
Y además supongamos que erróneamente hiciésemos la excepción que nos ocurre, y acaban enfrentándose en el heads up final del torneo.
Gerard Segarra
Cuando el DT (Director de Torneo) selecciona a un jugador para el cambio de mesa no se puede dejar influir por comentarios de ningún tipo, el jugador debe asumir los derechos y responsabilidades de la nueva posición. Llegados a ese punto le pediría al jugador que teniendo en cuenta la información que me ha dado deberá asegurarse de comportarse debidamente, pues en caso de conflictos, disputas o descalificaciones en la mesa se puede incurrir en sanciones que van desde cierto número de manos a la expulsión del torneo. Por último, me aseguraría de que el crupier de la mesa me informara de la mínima disputa entre dichos jugadores, vigilaría la mesa y en caso de que pudiera volverse un problema grave para el desarrollo del torneo valoraría la opción de que en otra situación de equilibrado de mesas (con igualdad de condiciones, y que uno de los dos vaya a ser la gran ciega) poder mover a uno de los dos jugadores implicados o incluso variar el orden de la rotura de mesas de ser necesario. En conclusión, tomaría la información en cuenta, pero de no ser necesario no variaría nada.
Veredicto Poker10
Es evidente que el cambio de mesa debe efectuarse con normalidad.
Son interesantes las puntualizaciones que nos hacen los directores de torneo consultados.
Gerard Segarra y César Garrido, por ejemplo, enfatizan en el hecho de que un jugador ha de asumir las implicaciones de participar en un torneo de poker, entre las que se encuentran aceptar jugar en la posición que le toque por sorteo o cambio de mesa.
David Cámara, por otro lado, también apunta a la figura del director del torneo como encargado de «velar por la paz» en este tipo de situaciones.
Concluimos, por tanto, que un director de torneo que se viera en esta situación tendría que proceder al equilibrado de mesas de manera normal, teniendo previamente una charla con los jugadores implicados, avisándoles de las consecuencias que podría tener para ellos un altercado, incluyendo la expulsión del torneo.