Rounders es una película de culto, la película de poker por excelencia en los últimos tiempos. Todo el mundo se acuerda de los personajes de Matt Damon (Mike McDermott), John Malkovich (Teddy KGB) o Edward Norton (Worm), pero hay uno que brilló con luz propia y que se hacía especialmente entrañable.
Se trata de Joey Knish, interpretado con solvencia por el gran John Turturro. El personaje estaba inspirado en un jugador real, Joel Rosenberg «Bagels», una persona «irónica, sabia y con un gran corazón».
Así lo describen Brian Koppelman y David Levien, los guionistas de Rounders. Joel Rosenberg «Bagels» falleció la semana pasada y Koppelman y Levien le han rendido su particular homenaje en un artículo llamado «Requiem for a Rounder».
Para escribir la película se empaparon de la escena pokerística de Nueva York. Recorrieron todos los clubes hasta que se encontraron con «Bagels» en el Mayfair. Pronto surgió entre ellos una estrecha relación y el jugador ejerció de guía en este particular submundo.
Es un mundo hermético en el que todos se conocen y no es fácil acceder a él si no es de la mano de alguien que lo conozca bien. La primera vez que se vieron, «Bagels» le preguntó a los guionistas que a quién conocían. No supieron muy bien a qué se refería el jugador hasta que se lo explicó.
«Mira, si estáis aquí es porque seguramente sois unos degenerados. Y si hay un degenerado en Nueva York en los últimos 20 años seguro que he jugado con él, he apostado con él, he bebido con él y he vuelto a beber con él. Así que ¿a quién conocéis?»
Le respondieron que conocían a Jon Shecter «Shecky Green» y, obviamente, «Bagels» le conocía también. Todos se conocían, todos estaban en el mismo juego, pero «Bagels» era muy distinto al resto de jugadores que frecuentaban el Mayfair.
«Hay dos cosas que le hacía diferente. La primera era su bondad. Aunque no tenía piedad en las mesas, fuera de ellas quería lo mejor para ti y te animaba. Nuestro amigo «Shecky» nos contaba una historia tras otra acerca de «Bagels» ayudando a la gente, prestándoles dinero o dejando que hiciesen su ruta del reparto de la panadería. La segunda cosa que le hacía diferente era su visión del mundo, que era absurda e hilarante. «Bagels» sabía que la vida al completo era una estafa. íl formaba parte de la broma, pero todavía estaba dispuesto a jugar por lo que valía la pena», cuentan Koppelman y Levien.
Tenía que ser un personaje bien interesante, un tipo extravagante, pero muy sensato. Un jugador lúcido en este mundo de locos. Era un jugador vocacional, pero no jugaba por la acción, sino para dar de comer a sus hijos.
«En el juego de la vida, las mujeres son el rake». Esta frase, atribuida en la película a «Worm», salió en realidad de los labios de Joel Rosenberg «Bagels». Con ella nos despedimos. Descansa en paz «Bagels». Nos veremos de nuevo en Rounders 2.