El póker tiene sus templos, como cualquier otra competición. La sala Amazon del Rio; el salón des Etoiles del Casino de Montecarlo; o los bajos del Hotel Arts, cedidos al Casino de Barcelona para el EPT, son lugares de peregrinación que todo buen aficionado al póker sueña con visitar para vivir en primera persona los torneos que allí se celebran.
Luego están también lugares privados que se convierten en fuente de fantasías para el raíl, como la Bobby’s Room del Bellagio; la mansión de Larry Flint; el avión de los Golden State Warriors… o el vestuario del Paris Saint Germain.
Está claro que con Neymar Jr. al timón, el póker es una de las actividades sociales que iban a entrar en el menú de ocio de los jugadores del conjunto parisino. Uno de los que más pasión le pone parece ser Mauro Icardi, que ya fue noticia por presumir de su mesa de póker personalizada por Pokerstars en su cuenta de Instagram.
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Precisamente, el póker ha sido el centro de una curiosa polémica en el vestuario del PSG.
La prensa y los aficionados han estado dándole vueltas al súbito cierre de la cuenta de Instagram de Icardi.
En un mundillo en el que los egos y la exposición pública cobran tanta importancia, muchos intentaron buscar una explicación a una decisión que no alcanzaban a comprender. Se especuló con problemas matrimoniales del jugador, y con otras causas igual de retorcidas. Pero, en realidad, todo se debió a una prop bet que el propio Icardi desveló cuando reabrió su Instagram.
«Buenas noches a todos, ya estoy de vuelta, les quería agradecer a todos los que se preocuparon por mí por el apoyo y tantos mensajes, también quería reírme un rato de las versiones ridículas que sacaron a la luz muchos con mala leche, pero cerré mi Instagram por una apuesta que hicimos jugando al poker en casa en la cual perdí«.
El póker no va a dejar de parte esencial de las reuniones sociales de los jugadores de París Saint Germain. Como ya dijo Di María en una su respuesta a la foto de ICardi con su nueva mesa de póker personalizada…
«Listo. Mate, asado y póker». ¿Qué más necesitaría un argentino en París?
