Mi reloj marca las 06:45. Hace 24 horas que me levanté, pues. Aquí tenemos 5 horas y media menos. Si mal no recuerdo, sólo hay dos países en el mundo cuyo huso horario vaya en la media hora. Particularidades de quien manda.
Estoy fundido por el viaje. A las 8 de la mañana dejaba el Astra para que me vuelvan a darle chapa y pintura a la aleta trasera derecha. Tengo un recurrente error de cálculo espacial con una determinada columna de un determinado párking. Debe ser mi lado femenino. Prefiero pensar que la columna guarda algún rencor de alguna rencilla pretérita que yo he sabido olvidar y ella no. Cada uno se consuela como quiere, o como puede.
A las 9:25 me monto en el primer avión del día, rumbo a Barajas. Ningún problema. Ayer hice tiempo a la consola para no dormir demasiado y llevar algo de sueño atrasado. No quería gastarlo aún, pero ni me entero del despegue y despierto pensando que el suelo de la pista de la T-4 es una turbulencia. Bien.
Allí nos juntamos parte del grupo hispánico. Quique Martín, Chema Felices, Luis Rodríguez, César, Vincent y Santi Torres. Chema y Luis maldicen a los que se rajaron progresivamente. Con César, son los únicos que vienen de vacaciones totales. Los demás llevamos el viaje y el buy-in del torneo cubierto por alguna pseudohazaña pokeril. Falta Jorge Plí y un colega que llegan con el suficiente retraso como para perder el enlace. La niebla de Valencia. Llegarán 24 horas mas tarde, esperemos. De momento tenemos un día de margen sin cámaras, lo que permite hacer/decir tonterías sin que queden para la posteridad en soporte físico y reproducible.
Segundo avión. Se ve que por el camino hay una tormenta y daremos un ligero rodeo. Eso hará que el viaje dure 9 horas hasta Caracas. Según los mapas que aparecen en pantalla, viene a ser como Castellón. Una ciudad costera entre Valencia y Barcelona. Las primeras horas las consigo pasar en brazos de Morfeo, como la mayoría.
Vencido el sueño, tiro de ZEN. Las pelis que nos ponen son horrendas y aprovecho para ventilarme 9 discos. Ninguna alegría especial, más bien al contrario. Maldigo Magnetic Fields y sus «69 love songs«. 0 de 69 cortes. Tengo que banear al crítico que me impulsó a escuchar el disco.
En los mapas de Iberia, aparece el Sahara Occidental, con sus fronteras y todo. Me extraña que nadie en Marruecos haya protestado por ello.
4.450 millas (7.200 kms.) más tarde aterrizamos en Castellón. O Caracas, ya no estoy seguro. Aún aprenderemos algo de geografía. Venezuela hace como 6 de España. ¿Estará muy lejos Maracaibo? En fin, a quien le importa. Tampoco iremos…
Nos recibe un cartel de República B*****na de Venezuela. Debajo de los asteriscos debería leerse Bolivariana.
En el avión, los venezolanos nos advierten acerca de no cambiar moneda a extraños. En el mismo aeropuerto nos ofrecen cambio 5 personas, dos con uniforme de seguridad. Me recuerda las advertencias sobre el sexo de pago en Las Vegas. O se piran con tu dinero, o son polis y te trincan, así que dejamos el cambio hasta llegar al hotel.
Pasamos una horita larga en el aeropuerto. Me da por reflexionar acerca de los cánones de belleza del país. Ellas suelen ser bastante monas. Ellos tiran pa´tras. Vale que yo no entiendo demasiado de tíos (menos de mujeres) pero me pregunto… ¿Cómo se atraen para el apareamiento y la reproducción? Cuesta de entender. Creo que tenemos posibilidades de atraer alguna hembra local en las horas de asueto. Echamos una foto de grupo.
Tercer avión del día. Aquí nos sientan a todos juntos y continuamos con las anécdotas (sobre poker, claro) que iniciamos durante la espera en Caracas. No he conocido un jugador de poker que no sea un baúl de historias interesantes. Cada uno cuenta algo de su vida y de lo que ha visto en este mundo de las cartas. No recuerdo ninguna que se pueda contar sin peligro de recibir una demanda por difamación.
Quique, el ganador de la Liga Poker La Toja, es un tipo veinte veces más interesante de lo que creía. Estoy seguro que haremos muy buenas migas. Ambos somos unos apasionados de la teoría de las probabilidades y tenemos una toma de decisiones en las mesas muy parecidas. Esencialmente, ambos aplicamos modelos bayesianos de probabilidad condicionada y teoría de los juegos incluyendo aspectos psicológicos condicionados a los rangos. Igual da para hacer un artículo algo más extenso sobre ello.
40 minutos de vuelo después aterrizamos en el aeropuerto internacional General Muiños, en Porlamar. En medio de la pista y hay que andar hasta la terminal. Mi reloj marca las 02:15. Allí nos espera Carolina, la persona que ha puesto Cirsa para que no nos falte de nada. Que pidamos lo que queramos, dice, que ella nos lo proporciona. Siempre que no sea ilegal, matiza. ¿Era necesaria esa puntualización? A saber que le habrán pedido grupos anteriores. Tengo otra duda… ¿Qué es ilegal?. Mañana con calma lo averiguo. Carolina es, sencillamente, encantadora.
Llegamos al Hilton. Espectacular. Check-in, ducha y primera cervecita. Al menos, las sirven a una temperatura correctísima. Otra cosa es el cuerpo de la bebida. Hace que la Heineken parezca una Voll-Damm.
Cenamos en el Casino, donde tenemos el gusto de probar, entre otros, los auténticos tequeños.
Carolina nos termina de explicar el plan para la semanita. Esto promete un montón. Mañana tenemos día de playita y barbacoa por la mañana (diana a las 10) y paseo turístico por la tarde. Entramos al torneo el viernes. El evento tiene 600.000 GTD. Bolívares. En dólares son 100.000. Habrá cerca de 150.000 en premios, dependiendo de los participantes. Esperaba algo más, pero bueno, es lo que hay. Si el viernes no accedemos a la final, lo podemos intentar el sábado, aunque a costa de perderse las actividades que tenemos programadas para ese día, cosa que no pienso hacer. Los de CIRSA van dispuestos a que pasemos una semana inolvidable.
Después de la cena cambiamos algo de moneda local. Nos acercamos a la poker room, donde está Juan Maceiras peleando en una mesa. Luis y Chema se animan a sentarse. Yo prefiero dosificar esfuerzos. No se trata de gastar toda la gasolina el primer día. Y quedan unos cuantos que parece que serán para recordar durante tiempo.
Me acuerdo de los que iban a venir y no han podido. A la vuelta les van a llegar los colmillos a la altura del parqué, lo garantizo.
Toca reponer fuerzas. Mañana más.