Inicio Jugadores de poker Charlie Carrell, de 15$ a 7.000.000$

Charlie Carrell, de 15$ a 7.000.000$

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La televisión británica emite un curioso programa al que invitan a personas que han ganado enormes cantidades de dinero en su vida para que cuenten cómo llegaron a hacerse ricos.

El tí­tulo ni es imaginativo ni esconde nada, como debe ser. «How’d you get so rich?», pregunta. El invitado de la semana pasada lo conocemos todos, el residente habitual del circuito de los High Rollers, Charlie Carrel «Epiphany77».

A lo largo de su carrera, Charlie acumula 5.246.000$ en premios en torneos en vivo, 1.425.000$ en su cuenta online de Pokerstars, y probablemente del tenor de otras siete cifras en las mesas de cash y sits de Pokerstars y partypoker, para un total que probablemente esté más cerca de los 8.000.000$ que de los 7.000.000 con los que nos hemos cortado en el titular.

La historia de Charlie, tal y como la contó él en el programa (ví­a Cardschat) y en una entrevista que concedió a Pokerlistings en 2014, es muy distinta a la de la mayorí­a de figuras del circuito, que descubrieron el poker en la facultad o en el seno de sus familias.

Charlie se embobó completamente con el el poker a los ocho años, como una forma de estí­mulo intelectual y también de abstracción de su entorno escolar. Era un niño brillante en sus estudios, enamorado de las matemáticas, pero también era el objeto predilecto de las burlas de varios de sus compañeros, Carrel aprendió a encerrarse en una concha y comerse la rabia, lo que dice que le ha ayudado luego a esconder sus reacciones a las jugadas en una mesa de poker. El poker de cinco cartas, el Draw, se volvió su pasatiempo favorito, y siguió practicándolo profusamente durante su pubertad y adolescencia.

Cuando cumplió la edad legal para jugar al poker online, Charlie era el mejor jugador de su grupo de amigos. Uno de ellos le contó que habí­a ganado 30$ en Pokerstars, y que siendo él mucho mejor jugador, deberí­a probar.

Crecido en una casa con pocos posibles, Carrel tuvo un inicio modestí­simo en el poker online. Depositó tan solo 15$ -doce libras-, con el miedo reverente que le habí­an inculcado en hogar por el dinero, solo para hacer la prueba. Ganó el primer torneo que se decidió a pagar, un SnG de 1$ con 180 jugadores. Su primer premio online fue de 49$.

«Si llego a perder aquel torneo y hubiera agotado el cajero, nunca habrí­a vuelto a depositar. Esto nunca habrí­a pasado».

Pero ganó, y pronto la partida amistosa que montaba con sus amigos se convirtió en varias reuniones semanales alrededor de unos portátiles en los que jugaban sits de nueve jugadores a 1,50$ la entrada.

Carrel y su pequeña oficina improvisada continuaron ganando, y pronto empezaron a subir niveles. Conversando con un amigo decidieron dar el salto al cash, al ZOOM de 25$, y posteriormente cambiar de sala a partypoker, donde el nivel de los jugadores era peor.

«Dejé de vivir durante un largo periodo de tiempo. Durante unos ocho meses, jugué 16 horas al dí­a, siete dí­as por semana. ME obsesiono tanto con las cosas que llego a olvidar que existen otras personas».

Las circunstancias, el refugio mental que constituyeron las matemáticas y el poker durante su desarrollo personal, le convirtieron en una máquina de grindar. Su banca creció hasta los 100.000$, y volvió a Stars para aprovechar el programa de torneos. En su primer fin de semana, pactó en la mesa final del Sunday Million e hizo mesa final en el Second Chance..

El salto al vivo llegó muy pronto. En 2014, con 20 años, se empezó a dejar ver por los EPTs. Sus primeras banderas en el Hendon Mob son la italiana y la española, pero su primer gran triunfo lo logró en casa. Ganó la final del GUKPT en Grosvenor a finales de ese mismo año.

Y el resto, como dice el tópico. es historia.

Y después de todo esto, uno se pregunta ¿queda algún algo de aquel crí­o de familia humilde e infancia complicada en el High Roller que viaja de casino en casino pagando entradas de miles de dólares a diario y cobrando cheques que equivalen a varios sueldos anuales de un simple mortal? A simple vista, casi todo.

«Creo que nunca seré capaz de comprarme un coche caro. No crfeo que lograra justificarmelo a mí­ mismo. Lo que he aprendido es que el valor relativo del dinero no es tanto como yo creí­a. Pero prefiero gastarlo en mis amigos y mi familia. Darle una propina grande a un taxista me llena más que gastármelo en una comida lujosa».