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Busteada masiva

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Lee Davy, redactor de PokerListings, contó hace poco una anécdota que es bastante ilustrativa para el tema que vamos a abordar y sobre el que él reflexionó en su artí­culo. Se encontró con Marcel Luske en un vuelo regular rumbo a Amsterdam y éste no iba de traje, sino en chándal. Es difí­cil imaginarse a Marcel en chándal, pero así­ fue. Se acercó a él y le dijo: «Yo pensaba que un jugador de poker de élite como usted tendrí­a un jet privado». Luske le contestó honestamente: «Esto es poker, hijo. Nadie tiene dinero en el poker».

Puede parecer exagerado, pero es una verdad como un templo. El poker es un reflejo de nuestro mundo. La mayorí­a del dinero lo atesoran unos pocos y el resto malviven como pueden. Muchos no lo reconocen, pero estamos acostumbrados a ver aparecer y desaparecer jugadores con una facilidad pasmosa y sin explicación aparente.

Esa es también una de las razones por las que los jugadores venden su acción. Ayuda a combatir la varianza y parece una estrategia sensata, pero la verdad es que no todo el mundo tiene el dinero necesario para jugar todo lo que juega.

Uno de los jugadores que sirven como ejemplo es Vladimir Geshkenbein «Beyne». Vendió parte de su acción en el Main Event de las WSOP® por dos razones. La primera fue porque tuvo la habilidad de venderla con un mark-up que le permitirí­a ganar dinero en base a su reputación, sin necesidad siquiera de jugar una sola mano. La segunda razón fue que juega con más control si hay 30 inversores o más analizando cada uno de sus movimientos.

Vladimir se centra más y deja de lado las tonterí­as cuando le observan, pero la última hora dio un giro de timón. Canceló su trato con los inversores porque habí­a encontrado un mecenas que le pagase í­ntegros los 10.000$ del buy in.

Geshkenbein realizó un buen torneo y acabó 62.º. Se llevó un premio de 123.597$ y ahora sus inversores no saben qué va a pasar con su dinero. También criticó a aquellos que juegan torneos de 1.000$ de buy in, incluido él mismo, y eso resulta un poco contradictorio. Les tacha de donkeys y la verdad es que eso no le deja en muy buen lugar.

Llegado a este punto, Levy se preguntó cuál es el problema y quién es el cáncer de esta situación. ¿Son los donkeys que juegan por diversión, pero ganan si suena la flauta o son los jugadores profesionales que ni siquiera tienen dinero para costearse el torneo y tienen que vender su acción? También podrí­an ser los que invierten su dinero en jugadores que ni siquiera saben administarse. La verdad es que todos tienen lo suyo.

«Tengo un gran dominio del juego desde un punto de vista técnico, pero la administración del dinero es y seguirá siendo mi mayor defecto», dijo Geshkenbein. De poco sive una cosa sin la otra. La administración de la banca es tan importante como el juego en sí­ mismo y es una de las cosas que deberí­a servir para diferenciar a un jugador amateur de uno profesional.

Al final va a resultar que nada es lo que parece y que casi todos los jugadores viven en una burbuja constante. Es una profesión de alto riesgo, eso es evidente, pero seguramente el mayor problema es cómo en algunos casos se alimenta el ego de los jugadores hasta hacerles perder el sentido común y la modestia.