Antes que nada, pedir disculpas por el retraso en las crónicas. Estuvimos tres días sin que funcionara el wi-fi. Ni en el hotel, ni en el casino. La revolución Bolivariana. Probablemente las Blackberrys se estén comiendo el ancho de banda. Y hemos llevado un ritmo de no parar ni un segundo, como para buscar un cyber… Esclavos de la intensidad, vamos.
La diana el sábado fue a las 10:45 hora local. 15 minutos para desayunar. Tengo el síndrome Las Vegas. Aún agotado, duermo como máximo 4 horas. Hay que joderse. Menos mal que hay zumo natural de frutas locales para organizar un tsunami…
Repaso las notas perdidas e inconexas. A Margarita hay que venir con efectivo. Dólares. Yo hice la primada de traerme 500 euros en efectivo para gastos corrientes y dos tarjetas limpias para compras y servicios. ¡mal! 1.000 crastibolos de aquí, en la tarjeta, serán 172 euros. Si los cambio bien, obtendré 1.376 castribolos. Un 37.6% de diferencia… en dólares es más escandaloso un 40.1% de diferencia… Bastante significativo. Y eso que Jorge Plí nos lo advirtió en un mail que no leí entero. Venir en equipo tiene sus ventajas y Chema Felices me hace el favor de cubrir todo el efectivo que me haga falta, que no será mucho. Los señores de CIRSA se encargan de que no nos falte de nada y que apenas tengamos que pagar nada. Los extras de cada uno, eso si, corren por cuenta propia.
El aeropuerto de Margarita se llama Santiago Mariño, no Muiños. Me imagino que el desliz fue debido a un cortocircuito cerebral, pensando en cómo va la clasificación de La Toja, en la que no podré puntuar en esta segunda etapa.
La gasolina no cuesta 0,90 crastibolos. Vale menos. Llenas un depósito por menos de 1 euro. El gasto anual para un Jeep es de 50 euros, a razón de depósito por semana.
Pero no hay refinerías. Venezuela es un país riquísimo en recursos, pero sólo se extrae el petróleo, que se manda a refinar fuera. Pero claro, ¿Quién se arriesga a montar una empresa, tal y como está el panorama? ¿Para que cualquier día vengan a expropiarte? Vamos, ni en broma. Este año Venezuela será noticia a nivel mundial, ya que hay elecciones. Gane o pierda Chávez el pollo va a ser gordo.
El sábado fué descanso para mí. La idea era dedicar el día a acumular karma positivo para el sábado. Pasamos la mañana en la piscina. Alrededor de la misma no es difícil ver iguanas en busca de algo de solecito.
Siguen sin aparecer las maletas de Jorge Plá y Javier, que llevan todo el equipo. Así que poco reportaje hay con apenas una cámara.
Por la tarde, a las 4, se da un second chance para intentar acceder a la final del domingo. En él participan Chema Felices, Santi Torres y Juan Maceiras.
Ninguno de los tres conseguiría pasar. Por la noche habría un tercer chance donde lo probaron César, Vincent y Quique. Tampoco hubo hit y me quedé como el único de la expedición que jugaría la final.
Pasé buena parte de la tarde charlando con Carolina. Anécdotas sobre peculiaridades de clientes VIP, a toneladas.
Luego nos vamos a cenar con Antonio, el Jefe de operaciones de CIRSA en Venezuela y que ejerció como un anfitrión excelente y Sabrina, su mujer. Como todos los días, comimos excelentemente.
Al volver al Casino salta, como cada día, el cambio de luz. El casino no recibe fluido eléctrico de la red nacional entre las 12 de la noche y las 12 de la mañana. Es la crisis energética. Todo por no gastar el dinero destinado a mantenimiento en mantenimiento. Ahora se están levantando plantas eléctricas a toda leche, a un coste diez veces superior al del mantenimiento. El Casino solucionó el problema montando una planta de generación eléctrica propia.
Finalmente, conozco al Mandíbula.
Llevaba tres días oyendo hablar de él. Es lo que se conoce como un conseguidor. Que no hay Red Bull en el Casino, él aparece con dos docenas de latas. Que quieres un tanque, él lo consigue. Como Carolina, pero superando los límites de la legalidad, si hace falta. Cuentan que una vez le consiguió un masaje en el pelo a… un calvo… Nos caímos muy bien. Me llevó por la noche de Porlamar y no pagué nada. íl tampoco. Allí donde fuimos, una botella, una cubitera y unos vasos aparecían instantáneamente en nuestra mesa. Al salir de un local, alguien nos lleva al siguiente. Así hasta que el sol ya hace rato que ilumina el día.
Me queda claro que en Venezuela habrá un presidente. Pero el rey es el Mandíbula. Mandy para los amigos.
Sé que nos volveremos a ver más adelante. Encaja a la perfección en un puzzle existencial incompleto que tengo y del que me faltan menos piezas cada día…