Quizá alguno recuerde a Alfredo Galán, más conocido como El Asesino de la Baraja. Este angelito se dedicó durante buena parte de 2003 a recorrer la geografía de la Comunidad Autónoma de Madrid dejando tras él 6 víctimas de asesinato y otros tres intentos frustrados.
Su modus operandi incluía dejar una carta de la baraja española junto al cadáver. La primera fue el As de Copas y se le cayó de pura casualidad. A partir de ahí y tras reconocerse en los medios de comunicación, empezó a dejar una nueva carta del mismo palo al lado de cada una de sus víctimas, a modo de firma.
Al final, acabó entregándose en comisaría un día que llevaba una buena cogorza. Nadie le creyó en un principio, pero supo convencer a los agentes con detalles de la investigación que nadie más podría conocer. Lo que se demostró es que lo de las cartas no era más que casualidad y que el hecho de hacer público lo del As de Copas no sirvió más que para alimentar la sed de morbo e historias rocambolescas del gran público, así como para incentivar el apetito de Alfredo Galán, que se vio a sí mismo como un asesino de película capaz de causar pánico en toda la sociedad con sus actos y hacerse con un hueco en la historia del crimen en España.
Como apenas hay nada original en esta vida y como al ser humano le encanta tropezar dos veces con la misma piedra, la historia ha vuelto a repetirse, pero esta vez muy lejos de España. Acaban de detener en China, en el Distrito de Hangzhou, al sospechoso de «Los misteriosos asesinatos de las cartas de poker».
El presunto asesino, de 24 años, está acusado de haber matado a su novia, de 19 años. También en este caso la policía encontró cartas junto a la víctima, concretamente el el y la . Como ocurrió en el caso de Alfredo Galán, lo de los naipes fue de nuevo pura casualidad, pero la avidez por grandes historias cegó a la policía y decidieron centrar en eso su investigación.
La policia recibió casi 2.000 pistas relacionadas con el poker y el asesino, pero en realidad acabaron pillándole porque le pareció sospechoso al dueño del establecimiento en el que compró la cinta adhesiva con la que envolvió el cuerpo.
«Vi los informativos de los medios de comunicación después de que descubriesen el cuerpo. Me acordé de que las cartas de poker estaban en el cajón y dado que la golpeé con el cajón, las cartas debieron de caer en ese momento o tal vez las agarró durante la pelea. Estaba bastante nervioso después de matarla. Simplemente la envolví en una manta y la metí en una caja«.
La mató en un ataque de celos. A menudo, la explicación más sencilla suele ser la verdadera, pero nos gusta tanto crear historias atractivas…