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24 de octubre, seis años de poker

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Hoy es 24 de octubre. Domingo, como hace seis años, cuando entré en un ciber a colocar mis eurillos en apuestas deportivas y la curiosidad de probar el póker on-line venció mis miedos. Jugué tres manos, gané dos y se colgó la conexión. Unos dólares que me parecieron una fortuna. Ya nada serí­a igual.

Estoy de cumpleaños. Desde ese domingo de 2004, el póker ha formado parte de mi vida y todos los dí­as he intentado hacerle un hueco de un par de horas. Y en un dí­a como este, en el que se echa la vista atrás, uno se da cuenta de que ya puede considerarse ya un veterano. Con escasos seis años de vuelo, posiblemente esté entre el grupo de los «antiguos». Y esto es lo que ha caracterizado la evolución del juego: su velocidad de vértigo.

El dí­a que yo empezaba, el único póker conocido en España era con descarte. Como somos el centro del Universo, me decí­an que el Texas hold’em no era póker. Conocí­ a Juan Carlos Barros, que más que antiguo es prehistórico (en temas de juego, digo) e intentamos montar un torneo entre todos los aficionados de Coruña y alrededores. Después de arduas labores de investigación y anuncios en foros, nos juntamos diez frikies. Hoy en el Casino de Coruña cualquier jueves hay 120 y porque no caben más. En La Toja, con una buy-in más alto, lo mismo. Se juega en los cafés, en los recreos del instituto, en las aulas de la Universidad.

No salí­amos en la tele. A veces los Pelayo, pero hablando más de ruleta que de naipes. Pokerpoquer, que también evolucionó y se convirtió en poker10, destacaba como noticia cada vez que un periódico poní­a en un recuadro una noticia sobre juego. A nadie se le ocurrí­a ver una partida por la tele. Hoy no sólo tienen audiencia, sino que la gente opina de los movimientos de Gus Hansen como de los cambios de Mourinho. El póquer ya tiene í­dolos, con nombre y apellidos, incluso españoles.

Las mesas se endurecieron. Al principio con sentido común se ganaba y mucho. Después al sentido común hubo que añadirle teorí­a, antes sólo en inglés y ahora, por fin en español. Hay una estanterí­a llena de libros de póker en El Corte Inglés. Increí­ble. Ahora sin los puñeteros numeritos del software de apoyo es casi imposible ganar. Kaveson tení­a razón, como siempre, y los jugones nos hemos visto sometidos a la tiraní­a de la matemática.

Las modas han cambiado a ritmo de pasarela Cibeles. Del limit mesa larga se ha pasado al limit mesa corta, de ahí­ al no limit y ahora cada vez tiene más fuerza el Omaha. Los torneos han ido permanentemente a más, quizá como muestra clara de una hipotética confluencia entre póker y deporte: no sólo es dinero, sino también competición.

La imagen del jugador ha mejorado. Un poco, pero ha mejorado. Supongo que ninguna abuela y pocos padres aprobarán que el niño se juegue ni medio euro por internet, pero parte de la sociedad ya entiende que sí­ que es posible ganar dinero jugando al póker y que incluso es posible que pueda haber muchas diversión incluso perdiéndolo, siempre que se haga bajo control. Por fin se puede decir que se tiene una cuenta en internet sin que alguien te augure un futuro bajo un puente.

Se han multiplicado las páginas de póker. No sólo las de información, sino también las escuelas donde enseñan a jugar e incluso a ganar. Hemos tenido años del boom del blog, en los que todo jugador parecí­a obligado a contar su vida. Muchos murieron en la vagancia o frustraciones de sus plumillas. Incluso el mí­o a veces da la sensación de que agoniza.

Ha habido historias tristes, de esas que pocas se saben, pero muchas se suponen. El vino es maravilloso, pero a veces crea alcohólicos. El juego también lo es, pero ha dejado personas rotas en busca del sueño del dinero fácil y ví­ctimas de un nulo autocontrol. Siempre recomiendo a los que quieren empezar en esto que visiten los foros de ludópatas, para que vean el lado oscuro del tema. Desgraciadamente, el cerebro humano es más débil de lo que pensamos.

Y como en toda actividad divertida, libre y que funciona, los polí­ticos han intentado prohibirlo o meterle un impuesto para sacar tajada y financiar su pésima gestión del presupuesto. Y curiosamente, el paí­s que ha marcado el camino es Estados Unidos, lo que demuestra que el intervencionismo no es sólo un mal europeo. Francia, Turquí­a, Italia… todos ha regulado en la misma dirección. Si algo afortunadamente no ha cambiado en seis años es que en España en 2004 estaban metidos los señores diputados en regular el juego on-line… ¡y en 2010 siguen trabajando en ello!

¿Cómo será el póker en 2016? Espero estar en este mundillo para contároslo y ponerme un poco nostálgico, pero por el momento me conformo con escribir otra parrafada así­ el año que viene. Ojalá.

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